16 de julio de 2008

No solo de MTBiking vive el MTBiker

Hace ya un buen rato que rodé por primera vez "El Muñeco" junto con el buen Mofles de regreso de "Toboganes", en La Primavera. Al final de esta vereda (o mejor dicho, en el extremo que dá a la brecha de Mariano Otero) existe un agujero natural de unos 30 metros de diámetro y otros tantos de profundidad. Entonces se nos ocurrió que era el escenario perfecto para un descenso en cuerda ó rappel. Con tal intención me hice del equipo correspondiente (básicamente me faltaba la cuerda estática y un par de instrumentos para ascender de regreso por la cuerda) pero no había llegado la ocasión para descender en este lugar. Hasta ahora...





El pasado Domingo 13 de Julio me levanté temprano, puse lo necesario en la mochila para hacer rappel, me monté en mi corcel y salí de mi casa pedaleando con rumbo al bosque de La Primavera. Una mañana agradable, a ratos soleada, a ratos nublada pero con un clima fresco. Subestimé el peso de la mochila y pronto sentí el rigor de los 10Kgs. Aprox. extra... aunque lo más incómodo era que con el casco alcanzaba a rozar la parte alta de la mochila. En fin, hice un ajuste en la ergonomía, agarré ritmo y pronto me encontraba ya subiendo hacia el 8.5, sudando la gota gorda. Muchos ciclistas de montaña que me miraban curiosos cargando semejante mochila en la espalda... sin mayores contratiempos llegué a la vereda de "El Muñeco", tomé algunas fotos y un respiro y me dirigí al lugar. ¡Ah, qué bonito escenario! A preparar las cosas. Lo primero que hice fué colocar mi bicicleta junto a un árbol y asegurarla con un candado... digo, uno nunca sabe. Enseguida saqué la cuerda estática y justo cuando la estaba anudando a un árbol veo que se acerca un ciclista... ¡es el buen Mofles! Viene junto con un camarada y pues ya viendo lo que estaba preparando, los invité a quedarse para hacer el descenso. "Primero tú, si vemos que sales con vida de esto, nos aventamos". Gachos... y pues ni modo, una vez equipado con arnés y toda la cosa, ahí voy:



Ciertamente empecé algo nervioso, pero ya en confianza no hubo nada que temer y pronto me encontraba en el fondo de la pared. ¡Una vista impresionante! El Mofles y el Chino (a quien yo insistía en llamar José, pero no, no se llama así) documentando el descenso en fotos y video. Y ahora, pues a subir. No hay problema en hacerlo caminando pero yo quería probar con estos pequeños dispositivos que son unas pequeñas piezas de metal aparentemente sin chiste pero que cumplen muy bien su función para progresar sobre una cuerda vertical. Hacia arriba se deslizan y hacia abajo se atoran; luego entonces, con una cinta en la pierna y otro al arnés, se logra el efecto de ir subiendo. Al principio como que no sabía bien cómo coordinar los movimientos y me costó trabajo, pero luego ya pude subir más rápido. No faltaban los ciclistas curiosos que se detenían a ver qué estaba pasando. A medio ascenso me detuve para saludar a Enrique Arroyo quién me gritó desde las alturas. Intercambiamos algunas palabras, ellos siguieron rodando y yo seguí subiendo. En la parte final requerí de la ayuda del Mofles para poner pies en tierra (¿cómo habría hecho yo solo? No sé...) y así terminó mi turno, que en verdad disfruté mucho.

Siguió el Chino, muy valiente, y después de un breve curso de 5 min. de cómo utilizar el equipo, se aventó sin miedo a la muerte y descendió rápido y sin problemas. Entonces se animó a ascender por la cuerda, igual, al principio le sufrió un poco pero ya luego avanzó sin dificultades. Finalmente, el turno del Mofles, quien al principio se había mostrado renuente pero pues ni modo de ser el único que no... y ahí vá para abajo, disfrutando del paisaje. Eso sí, el ya subió caminando.








Mientras tanto el Chino y su servilleta nos dedicamos a recoger el equipo, todo a la mochila nuevamente y reanudamos la rodada por la vereda, la cual tiene sus zonas de manejo, cómo no. Y creánme que con la mochila a cuestas la cosa se complica, un par de ocasiones sentí que saldría volando por encima del manubrio... afortunadamente no fué así. Subimos de regreso a Mariano Otero y cruzamos para seguir subiendo hacia una vereda que desciende como quien viene de Torre 1 por el "Espinazo del Diablo". A pesar de la carga, iba yo con muy buen ánimo después del rappel y disfrutando de la rodada junto con dos buenos camaradas, cuando apareció el pelo en la sopa...







Justo antes de la última subida, me detuve a tomar unas fotos, guardé la cámara, empujé la bici y ¡OUCH! Sentí como si me hubieran echado pica-pica en la cola. ¿Qué pasó? No sé, no ví nada alrededor y por más que buscaba en la licra, nada. El ardor se sentía de la "#$%&... aceleré el paso y de pronto, sentí otro piquete detrás de la rodilla izquierda. ¡Joder! Alcancé al Chino y al Mofles en la parte alta, les platiqué del incidente y en eso veo una avispa amarilla en mi guante. ¡Con razón andaba como toro en segundo tercio, todo banderillado! En fin, lo peor ya había pasado y comenzamos el descenso, con la adrenalina de la bajada casi no sentí la molestia de los piquetes. Llegamos nuevamente a M. Otero, bajamos por Cabañas hacia el autódromo y llegamos a la caseta donde nos detuvimos por una coquita muy refrescante... aaahhhh, qué bien cae. Lo demás, fué simplemente rodar de bajada hasta la casa. Una muy buena "rodada alternativa".

Así fué...

2 comentarios:

  1. Que onda mi estimado Gume!. Oye, que padre experiencia y combinacion de ejercicio del mountain bike y el rappel, en horabuena y pues ya puedes decir que te picaron avispas; a mi solo abejas, pero me dicen que es peor el piquete de avisap... animo colega, todo por el hobby.
    Manuel Ochoa

    ResponderBorrar
  2. Hola, felicitaciones por sus recorridos. Quisiera me ayude informandome si conoce de algun grupo que haga mtb en Queretaro. Gracias Cecilia Viteri

    ResponderBorrar