22 de diciembre de 2006

¡Se acabó!

O casi. No es que haya renunciado a las aventuras, me refiero al año 2006. Y como corresponde a esta época, las actividades al aire libre se reducen considerablemente para darle, como dijo la canción, gusto al gusto (no sólo de ciclismo de montaña vive el hombre). Así que en esta ocasión les presentaré algunas fotos de archivo del año 2004, el cual fué muy productivo. Ese año no había empezado muy bien ya que, para variar, andaba lesionado de una rodilla. Aún así ya había hecho planes para ir al Citlaltépetl el puente del 5 Feb. y ahí voy... y vaya que valió la pena. Creo que es el mejor ascenso que he tenido a la montaña más alta de México, las condiciones fueron casi perfectas: luna llena, poco viento, mucha nieve, cielo despejado... más no se podía pedir. Además tuve la oportunidad de convivir con gente interesante, entre ellos un suizo de ni más ni menos que ¡80 años! y que hizo cumbre. Sorprendente. Aquí las imágenes:












A finales del mes de Febrero me uní a un grupo de amigos de la chamba para ir a Cerro Viejo, la montaña más alta de Jalisco. La excursión resultó en un muy buen cotorreo ya que en realidad ninguno de ellos se dedica a esto, así que ya se imaginarán... de regreso hasta hubo quien se subiera a las mulitas porque ya no podía ni con su alma. Para quienes llegamos hasta la parte más alta la recompensa fué un paisaje bello y la satisfacción de haber podido subir. ¿La anécdota en esta ocasión? Recuerdo que contratamos a un lugareño, Don Pancho (creo... ya no me acuerdo bien del nombre, pero en todo caso ese nunca falla, jejeje), quien tenía el papel de guía. La noche que acampamos a medio cerro, todos nosotros instalamos nuestras tiendas de campaña, sleepings y demás parafernalia excursionista lo cual nos tomó un rato... ¿y el buen Don? Simple y sencillamente arrimó hojarasca a modo de "colchón", se echó una cobija y su sombrero encima y a dormir como angelito. ¡Ja! La vida es simple, pero a nosotros los citadinos nos encanta hacerla complicada.










Luego en Abril vino una expedición al Iztaccíhuatl. Enrique, Alex y yo nos lanzamos un fin de semana a Amecameca vía terrestre y de ahí al campamento de La Joya. Como buenos montañistas mexicanos en preparación para un exigente ascenso, cargamos bien las baterías con la Doña que pone ahí su comal: tlacoyos (aunque en el Edo. de Méx. dirían "clacloyos") de frijol y unas quesadillas de hongos y flor de calabaza... ¡pura vitamina! Pasamos la noche justo por debajo de las rodillas de la mujer dormida, en el campamento... cómo se llama... algo de "los cien"... anyway, algo sucedió con el buen Alex que no pudo descansar ni dormir y desistió del intento a la cumbre. Enrique y yo salimos en plena madrugada, una noche oscura... y ahí vamos a buen paso. Pero justo en las rodillas se complicó la cosa, en medio de las rocas y el hielo: de la manga me saqué un paso que requería una breve pero arriesgada escalada en roca. Fué la única salida que encontré a la luz de mi lámpara. Y Enrique a la mitad que se acalambra (mentalmente). Afortunadamente no pasó de unos minutos de duda existencial pero pudo salir avante. Retomamos el ritmo y al llegar a la cornisa que conduce a la panza... ¡agárrense! Un viento bien fuerte, hacía que nos tambaleáramos. Avanzamos con precaución y previo al ascenso al pecho nos pusimos los crampones para asegurar mejor nuestras pisadas. Había poca nieve y más bien abundaba el hielo. Al amanecer vaya que pegó el frío. Pero bueno, llegamos a la cima... muy diferente, mucho menos nieve que en otras ocasiones. Fotos, celebración y de regreso. Al pasar por donde habíamos tenido el paso complicado al ascenso, nos dimos cuenta de que era una zona realmente riesgosa, una caída por un lado de unos 50mts... vaya. Seguimos descendiendo. Poco antes de llegar al campamento con Alex me resbalo y sufro un esguince en el pie izquierdo... ¡joder! Vaya que me dolió todo el regreso, pero apuré el pasito para bajar antes de que se enfriara la lesión y me doliera más. Una semana con muletas. Y sin embargo, una muy buena aventura.








Hasta aquí las memorias. Para el 2007 hay algunos planes que ya circulan por mi mente: una nueva ruta en el Citlaltépetl, largos recorridos en bicicleta (tanto de ruta como de montaña), competencias en el circuito local de MTB y también en Guanajuato (en particular me interesa la carrera de la capital del Estado en Abril, va a ser en plena ciudad y creo que el trazado estará muy original e interesante) y si para entonces (Noviembre) hay tiempo y varo, me gustaría mucho asistir a La Ruta de los Conquistadores.

Me despido con esta postal y aprovecho para enviarles un saludo, deseándoles que se la pasen muy a gusto en estas fiestas decembrinas y que, independientemente de todo lo demás, tengan como número 1 en su lista de propósitos de Año Nuevo el ser felices. Abur...

13 de diciembre de 2006

Mezcala Reloaded

Hace algunos días vino mi mamá de vacaciones y entonces se me ocurrió la idea de llevarla a conocer Santa María del Oro (sirve que yo también conocía) pero... fué necesario un cambio en la logística debido a que ese mismo día llegaba una tía del DFctuoso. Como de cualquier manera la idea era hacer un paseo en kayak (al cual tuve que quitarle un buen de telarañas, desde que fuí a Zirahuen hace unos meses no lo utilizaba) decidí entonces ir al Lago de Chapala para visitar la Isla del Presidio. Así pues, enfilamos hacia Chapala y de ahí al pueblo de Mezcala.




Una vez preparados e impartidas las clases básicas para remar en kayak a mi mamá que nunca había estado a bordo de uno, nos embarcamos... o mejor dicho, nos empapamos. El oleaje estaba más o menos fuerte y al momento de subirme el kayak estaba arrinconado en la orilla, y en lo que pude enderezarlo 2 olas nos alcanzaron con las respectivas consecuencias. Pero no pasó a mayores y en menos de lo que canta un gallo ya estábamos remando a buen ritmo y disfrutando de la serenidad que otorgaba el paisaje. El kayak en aguas abiertas definitivamente no es nada "extremo" pero ofrece una sensación inmensa de tranquilidad. 50 minutos después desembarcamos en la Isla de Mezcala.





Subimos por la escalinata de piedra y... ¡vaya sorpresa! La explanada principal y los alrededores del fuerte bien limpios... ¿qué pasó? Cuando vine la primera vez, hace ya cosa de 2 años, esto parecía más bien un lote baldío, lleno de maleza, basura y chayoteras. Ahora, frente a la capilla (la cual está en plena remodelación) estaba una cuadrilla de trabajadores arreglando el empedrado. Qué diferente se ve ahora este lugar y qué bonito está quedando. Después de dar una vuelta por el lugar preguntamos a un vigilante acerca de los trabajos que se estaban haciendo y nos comentó que desde Marzo se comenzaron con las obras con el fin de rescatar el lugar y ciertamente se mostraba orgulloso por ello ya que él era originario de Mezcala. Para quien no lo sepa, este lugar fué un fuerte insurgente en donde se libraron combates contra el ejército español en los inicios de la guerra de independencia. Posteriormente fungió como una prisión; mayor información puede encontrarse en este artículo.







Ultimas fotos y despedida ya que aún teníamos que remar de regreso y había que estar en el Aeropuerto a las 16:00hrs. En el trayecto pensé "no cabe duda, las cosas pasan por algo; no conocí Santa María del Oro pero tuve la oportunidad de ver la Isla de Mezcala mucho más limpia y en plena recuperación. Y qué bien que mi mamá pudo apreciar esto". A los pocos minutos de dejar la isla nos encontramos con una lancha que remolcaba a una persona en esquí. Creo que algún día me gustaría practicarlo... el regreso muy tranquilo, ya no había oleaje y el viento apenas soplaba, la temperatura agradable. No podía pedirse un mejor clima para practicar el kayak.





Para quienes gusten de visitar lugares históricos, este paseo bien vale la pena y es plenamente familiar. Mezcala queda a 10Km de Chapala por carretera y de ahí salen lanchas (9 al día) que van a la isla. Se los recomiendo.