5 de octubre de 2010

Lo que es no tener qué hacer

Contrario a lo que se pudiera pensar, no es mi caso. Tan no lo es que por algo tenía muuuucho tiempo sin postear en este blog, debido a que he andado ocupado con muchas cosas, lo cual no ha impedido que permanezca en activo, excepto por una extraña lesión en la rodilla (¿será la edad...?) de la cual todo parece indicar que ya estoy recuperado. Hoy fuí a hacer unas repeticiones al Parque Metropolitano y cero molestias.

Estos últimos meses han sido de altibajos en cuanto al entrenamiento y la actividad en la bicicleta: semanas completas de ejercicio, semanas sin actividad, un día sí, un día no... total que muy irregular. A pesar de ello ya estoy alrededor de los 4,000 Kms. recorridos en lo que vá del año, lo cual me hace pensar que ¡por fin! lograré la meta de los 5,000 Kms. en un año, sobre todo que las lluvias ya están desapareciendo, lo cual es un impedimento menos para rodar. Lo malo de que se van las lluvias es que el suelo y la vegetación se resecan, lo cual le quita algo de "especial" al paisaje y a las rodadas por el bosque.

Se preguntarán "¿por qué el título de 'lo que es no tener qué hacer'?". Bueno, pues que, como fan del ciclismo que soy, he estado siguiendo la reciente noticia del supuesto caso de dopaje del famoso Alberto Contador. "Ya no hay Tour de France, ya no hay Giro d'Italia, ya no hay Vuelta, se acabaron los mundiales ¿y ahora, qué hacemos? Mmmm... ¿qué tal si inventamos un caso de dopaje, alrededor de Contador? Seguro dará qué hablar y qué vender en la prensa. ¡Adelante!" Lo que es no tener qué hacer. Es triste que el ciclismo viva ya desde hace tiempo, más de los escándalos de "dopaje" que del propio ciclismo. ¿Por qué no se dejan de circos y se ponen mejor a pedalear? Ya lo he dicho antes y lo reitero: no prohiban el dopaje, mejor regúlenlo. Cualquier Grand Tour: +3,000 Kms en 20 días, con días de +4,000 Mts verticales, a una velocidad promedio de 40 Km/Hr... ¿desayunando Zucaritas de Kellog's? Por favor... ¿a quién le quieren ver la cara? ¿Por qué nos quieren obligar a creer sobre la "limpieza" del ciclismo? ¿Por qué obligan a los ciclistas a doparse? De otra manera, simple y sencillamente no lo lograrían.

El caso particular de Contador es de risa loca: está suspendido por haberse encontrado rastros de clenbuterol en una muestra suya de sangre, pero en una cantidad ínfima tal, que la mayoría de los laboratorios en el mundo no la hubieran detectado. Tomarse una taza de café traería mucho mejores resultados en el desempeño físico que la cantidad de clenbuterol encontrada. Pero la cacería de brujas no se detiene ahí: ahora salieron con la "revelación" de que encontraron plastificantes en una muestra de Contador (de un día anterior), lo cual sería un indicio de que el ciclista utilizó la transfusión sanguínea como método para doparse. Al rato van a salir con que encontraron jeringas en una farmacia donde Contador suele ir a comprar medicina, lo cual sería una nueva pista para probar el caso de dopaje por transfusión.

El artículo más sensato que he podido encontrar en medio de tanto chisme mediático, está aquí. Pir mi parte, no es que defienda a Contador y que meta las manos al fuego por él en el sentido de que es un ciclista "100% limpio". Ni por él ni por ningún otro. Pero no deja de fastidiarme el asunto por 2 cosas: 1) Quieren armar un caso de dopaje en base a pruebas que carecen de sustento. Es como buscarle chichis a las hormigas. Y 2) Señores, más seriedad por favor; si realmente quieren credibilidad en el ciclismo (y en los deportes en general), no prohíban el dopaje, regúlenlo. ¿Suena fuerte? No lo es tanto. Chéquense este artículo. Y saquen sus propias conclusiones.

Me despido por ahora, aprovechando este espacio para promocionar un nuevo proyecto, Wine+Art, concepto que combina el arte de la viticultura y la enología con las artes plásticas. Si tienen Facebook, visiten este link y dénle click al "Me gusta" ó "I like" para darle difusión.

Así fué...

6 de junio de 2010

Haciendo callo



Destino: Ahuacatlán, Nay. Ya se había pospuesto mucho esta rodadita así que, aunque solo íbamos el sujetillo Samir y su servilleta decidimos hacerla. Como conductor el buen JD (Gustavo Adrián, para los que no lo conocen) que llegó medio desvelado por estar jugando Rock Band pero tampoco se echó para atrás. Bicis, hielera con alimentos y líquidos, indumentaria, refacciones y ¡vámonos! Por la autopista llegamos en 1 hora a Magdalena, Jal., el punto de partida. No era precisamente temprano pero como dijo el buen Samir "el calor de todos modos nos va a caer encima". Saco las ruedas delanteras de atrás del asiento y le paso la suya al sujetillo "Samir, ahí va tu llanta piterilla". Ja, ja, ja... pero no lo hubiera dicho. Esa inocente broma se voltearía más tarde en mi contra y de qué manera. Después de las fotos iniciales, 8:36 en el reloj y comenzamos con los primeros pedalazos, afortunadamente con una mañana fresca. Llegamos a Etzatlán en 45 minutos haciendo una parada en pits. Fué necesario también explicarle al JD cómo funciona la reversa del Pointer y de la gran ayuda que el embrague puede aportar a la causa. Por cierto, hasta ese momento JD nos había dado la calificación de principiantes. "Al ritmo que vienen, apenas para dar vueltas en el Metropolitano". Caray, que crítico tan exigente.

Continuamos hacia San Marcos, por un asfalto bastante maltratado; extrañamos la bici de montaña. Pero lo que más echamos de menos fué una armadura y una bazuka, ya que en una de ésas un orangután (perdón a los orangutanes) al volante de un autobús de pasajeros tuvo a bien aventarnos el vehículo acompañado de unos bocinazos. Seguro que su madre se retorció de todo lo que le gritamos. Qué castrante resulta esta actitud en ciertos conductores.

Una vez pasado el susto y haberme cambiado la licra llegamos al primer ascenso del día; no parece gran cosa pero vaya que exige a las piernas. La llanta piterilla comenzó su venganza y solo la veía por delante alejándose poco a poco... méndigo Samir, no perdona la humillación. Pero ya llegaría la bajada y tuve oportunidad de reponerme. Para entonces la calificación del buen JD ya iba en novatos aferrados o algo así. Vaya, al menos la subida nos permitió sumar puntos. La carretera algo maltratadona pero nada que no se pueda rodar, solo hay que mantenerse atento y saber dónde poner las ruedas (por muy piterillas que sean éstas). Llegamos a Pie de la Cuesta con los brazos algo sacudidos por las vibraciones y enseguida sentimos el cambio de clima: calor húmedo. Último descenso breve a Amatlán de Cañas y hacemos un alto para almorzar. Una mujer nos dice que si no queremos guamuchiles, muy amable. Yo voy a la tienda a conseguir unas cucharitas para comer el atún que viene en la hielera y cuando regreso, tanto JD como Samir han entablado un diálogo estrecho con la lugareña. Guau, vienen con todo. La plática a estas alturas ya discurría sobre que la mujer habia perdido una niña en el Hospital Civil de Guadalajara pero que, al parecer, ya había encontrado cómo recuperarla... ¿quién los viera a estos muchachos, tan matadores por estas tierras? Yo creo que vió a Samir en licras y dijo "de aquí soy"... ¡ja, ja, ja! Lo cierto es que cuando sacamos el atún para almorzar, la señora ésta a quien no le paraba la platicadera nos avienta un pedradón: "por acá viene seguido una persona de Guadalajara y siempre me ofrece de comer". ¡Tómala! ¿Nos habrá querido decir algo?

Después de este episodio curioso en Amatlán, continuamos con nuestro pedalear. A la salida del pueblo hay un arco que dice "Buen Viaje" pero el augurio no dura más de 2 metros: luego luego empieza una subida... ¡auch! Como el pueblo está en una hondonada pues a trepar, no hay de otra, ahora sí ya con el calor a cuestas. Pasamos por Estancia de los López sin mayores contratiempos y ahí vamos, pasando varios columpios que parece que no pero como se sienten en las piernas. Llegamos a El Rosario (famoso por su balneario El Manto, muy recomendable en esta época de calor) y para evitar la terracería, preguntamos cómo agarrar camino a Ahuacatlán, y nos desvían en una calle. Le hago señas a JD para que se detenga y nos siga. Ahí vamos al pasito por las calles empedradas, entonces le pregunto a Samir "¿y el JD? Ya se tardó, hay que esperarlo". Nos detenemos. 5 minutos. Nada. "¿Le habrá pasado algo?". "Vamos a regresar". Y ahí vamos pa'trás. Damos la vuelta en la calle donde lo vimos por última vez y nos encontramos con un cuadro un tanto cuanto extraño: unos lugareños tratando de empujar el Pointer de reversa y el JD muy cómodo al volante, diciéndoles "ora pues ¡empujen! ¿Qué no desayunaron?". Resulta que la lección de cómo usar la reversa sirvió para maldita la cosa y Gustavo Adrián no había podido mover el auto de donde lo dejamos. Total, tuve que bajarme de la bici y subirme al carro para reorientarlo en la dirección correcta.

Quedó atrás el surrealismo de los pueblos nayaritas y llegamos a Barranca del Oro, última población antes de la trepada. Reabastecemos líquidos y nos preparamos para la última y más pesada parte del recorrido. Para llegar a la subida hay una recta que poco a poco aumenta la inclinación, pero en la primer curva se acaba la amabilidad y la pendiente cambia de manera abrupta: las piernas lo sienten. Desde entonces no volvi a verle el polvo a la llanta piterilla sino hasta Ahuacatlán. El buen sujetillo subía muy ligero, en cambio yo parecía que había echado el ancla. Al principio iba muy agitado y tuve que ajustar mi ritmo. Y empezó el clásico debate que yo llamo de el ángel y el demonio:

- "Está muy pesado, ya no puedes, baja de la bicicleta, total, ahí viene el carro atrás con aire acondicionado".

- "Tranquilo, sí puedes, no te aceleres, agarra tu ritmo".

- "Siente tus piernas, se van a acalambrar, aún falta muuucho por subir ¿para qué seguir sufriendo? Baja de la bici y descansa".

- "¿Vas a fracasar por segunda vez? No mires hacia arriba, concéntrate en éste tramo del camino y sigue moviendo tus piernas, tranquilo, con ritmo".

Vaya debate. En una de esas volteo a ver el Polar para checar la temperatura: 39 grados. Mi demonio era imaginario pero el infierno no lo era tanto. Sudor copioso. Lo bueno que iba prevenido con agua bien fresca en mis botellas. Una curva, otra más. ¿Será ésta la última? No. Sigue la subida. Otra rampa. Y entonces llega la sensación en las piernas del calambre. ¿Será? Sí, si lo es. Mojo mis piernas para tratar de evitarlo. Lo único que logro es retrasarlo, lo cual me permite avanzar, pero finalmente llega. ¡Joder, qué molestia! Justo en el Km. 90 me detengo para que pase el dolor y estirar las piernas. Aprovecho para rellenar mis ánforas. Sigo rodando otros 5 Kms y la punzada en la parte anterior de mi pierna izquierda me hace detener. Paciencia. Pasa la molestia y vuelvo a pedalear. Para no bajarme de la bicicleta, cuando llega el calambre suelto mi pierna del pedal y solo utilizo la pierna derecha. Es como hacer repeticiones en el rodillo. Y después de mucho necear y batallar con los calambres, finalmente llego a la parte más alta donde el clima es un poco menos caluroso. ¡Qué alivio! Gracias JD por la paciencia de venir manejando detrás de mí a menos de 10 Km/Hr.

Viene la bajada y puedo descansar mis piernas. Varias veces se siente una bolsa de calor en el descenso... vaya clima. Ahora lo que duele es el cuello pero ni modo de bajar la mirada, es en estas curvas cuando más atención se requiere. Por último, la recta que conduce a Ahuacatlán... ¡por fin! Veo al sujetillo sentado junto a un árbol, muy relajado platicando con un Don. Nos seguimos hasta una tiendita para concluir la rodada y refrescarnos. Entonces el sujetillo nos platica que el Don con el que estaba era de esos "gáname una". Que él rodaba nueve horas seguidas, que desde Talpa, que con las bicis que traíamos tan ligeras así hasta él, que... como bien dice el Dr. Emmett, la lengua no tiene hueso.

Relajados después del esfuerzo, platicamos sobre regresar a esta ruta tal vez para Noviembre, cuando haga menos calor. Entonces llegó el comentario punzante del JD: "me parece bien, ya que hagan callo, regresamos". El buen sujetillo Samir se quedó sin palabras durante 5 minutos. Gustavo Adrián a risa y risa.

Una muy buena rodada a pesar de que me tocó sufrirle un rato, pero ahora sí la terminé. De regreso pasamos a Teuchitlán a degustar unos bien merecidos camarones acompañados de una cerveza bien fría... aahhhh, cómo se disfrutan estas comidas. Muchas gracias a JD por su apoyo, espero ya estemos mejor entrenados para la próxima ¡ja, ja, ja!

Así fué...

El inicio en Magdalena






Un breve descanso en Etzatlán












Ahí va el sujetillo y su rueda piterilla...




La frontera












Estancia de los López




Llegando a El Rosario






"Bienvenidos al Templo del Dolor"


¡La meta!




9 de abril de 2010

Semana Santa

No se puede decir que hubiera tenido vacaciones formalmente, aunque siempre es una semana tranquila. Ya hace tiempo que no salgo de la ciudad entre otras cosas porque viene mi mamá de visita y pues me toca atenderla. Aunque el jueves temprano me dí una escapada a La Primavera para saludar al buen Arthur que ya tenía un tiempo sin verlo. Rodamos Mosca-Toboganes subiendo por La Cebada ante mi insistencia, la cual me salió cara ya que calculé mal una vuelta y gracias a la hojarasca suelta que abunda mi rueda delantera patinó y ¡bajan! me puse un buen trancazo. Nada serio pero ¡ah! cómo jode. Más adelante tuve que medio enderezar el desviador trasero que se dobló gracias a la caída. Ni modo, gajes del oficio.

Fuera de eso una rodada agradable en compañía de buenos amigos. Los dejo con las imágenes de la ocasión.

La parejota se reúne nuevamente


¡Arturo estrenando un bicicletón!


Naahh... brincos diera, se la prestaron para la foto. Él sigue con su Caterpillar.







Así fué.

7 de abril de 2010

David 0, Goliat 1

Bien sabido es que a los ciclomontañistas nos gusta la chela; si hay alguno que no, mejor que se retire a hacer spinning, jajaja... para no generalizar, por lo menos si es bien sabido que yo disfruto mucho de la cerveza. Como diría la QK "que me rieguen con cerveza la bebida, bebida de reyes". Sucedió entonces que hace tiempo nos enteramos que abrió una microcervecería en Tlaquepaque, conocida como Beer Lounge. Aparte de fabricar su propia cerveza tienen un espacio tipo bar para disfrutar la bebida y también tienen oferta de alimentos. Éramos 4 personas y cada quien pidió un sabor distinto para poder degustar las diferentes opciones de cerveza. Con mucho entusiasmo nos dispusimos al primer trago y... oh, decepción. Una cerveza aguada, sin cuerpo, con escasas burbujas. Buen sabor pero es como cuando se toma leche deslactosada, no hay esencia.

Pasó el tiempo y desde entonces no nos habíamos vuelto a parar en el lugar. A últimas fechas habíamos escuchado buenos comentarios del Beer Lounge en foros, prensa y comentarios personales, por lo que María y yo decidimos hacer una segunda visita para ver si en esta ocasión la experiencia era diferente y habían mejorado la calidad de su cerveza. El pasado miércoles de semana santa asistimos al lugar a eso de las 19 Hrs y... oh, decepción. Otra vez. No soy un experto catador de cerveza ni mucho menos pero créanme que he probado las suficientes cervezas como para saber distinguir cuál es buena y cuál es mala. La mesa que nos asignaron estaba sucia y nunca la limpiaron. La persona que nos atendió tiene más actitud de jugador de póker que de mesero de bar. Así se empiezan a ir las ganas. Total, María pidió una cerveza de maracuyá y yo una Abbey Ale. Nada ha cambiado desde nuestra primer visita: chela sin cuerpo, escasa de burbujas... la de maracuyá muy dulce, también sin cuerpo, más parecida al tepache.

Por supuesto, no duramos mucho en el lugar. Ni propina dejamos. Mal servicio y mal producto. Así, es difícil poder recomendarlo. La iniciativa es buena y el entusiasmo de Elba Copado muy grande, se aplaude el esfuerzo que hace por fabricar cerveza artesanal en un país dominado por un duopolio contra quienes resulta complicado competir. Pero en este caso, hace falta mucho más que una simple honda y una piedra para derribar a Goliat.

Así fué.

28 de marzo de 2010

El paisaje cambia

Esta semana fuí a La Primavera y tomé la brecha original como quien va a Torre 1 / Autódromo / La Cebada, y ¡oh sorpresa! ya no es posible rodar por ahí; las obras para el nuevo fraccionamiento que estan haciendo a la "entrada" del bosque (en realidad es dentro del Bosque) han cambiado ya el aspecto de esta zona. Es necesario recorrer unos 200 Mts. sobre Mariano Otero para encontrar una entrada a la izquierda. Por aquí se puede rodar sin problema, pudiendo apreciar de primera mano los avances de la "civilización"...





Después de ver esto como que me dió el bajón... pero ya ni lamentarse es bueno. Mejor me dediqué a disfrutar de la rodada, la cual presenta buenos retos debido a lo suelto del terreno y a tanta hojarasca en el piso, cual corresponde a esta época del año.

Otro día me lancé a Bugambilias y nuevamente con la sorpresa de que, llegando a la entrada para el singletrack daunjilero, resulta que ya hay una alambrada. ¡Joder! Y ya empezando la vereda, una alambrada más... hay que ir más seguido antes de que empiecen a pavimentar la zona.






Aquí la altimetría de ambas rodadas:



Finalmente, este domingo fui a la ruta por el Periférico, luego a Tesistán y de ahí a La Venta del Astillero, para terminar por la carretera a Vallarta. Había algo de tráfico con algunos vacacionistas pero no tan pesado como pudiera pensarse; igual también salí temprano para evitar las típicas aglomeraciones de la Semana Santa.


Así fué...

16 de marzo de 2010

Solo

No siempre es posible reunirse en grupo para salir a rodar, y menos cuando hay un "puente" de por medio... pero eso no obsta para que conste, así que el Sábado 13 de Marzo me fuí al bosque a hacer una clasiccisima: la vuelta al río, versión corta. No muchos ciclistas gustan de esta ruta ya que el regreso es por la carretera a Pto. Vallarta, pero no deja de ser un buen recorrido.

El corcel listo para "cabalgar" por enmedio del bosque


Salí ya algo tarde y el sol pronto me recordó la hora... lo bueno que iba bien prevenido con 3 ánforas llenas de agua, y los árboles ofrecen buena sombra a pesar de estar algo resecos por la temporada.




El azul del cielo hermoso. En una de las bajadas alcancé a ver 2 venados corriendo de mi presencia, uno de ellos exhibiendo su corta pero visible cola blanca. Me parece todo un escape de la realidad citadina artificial disfrutar de éste entorno. Y aunque mi condición física aún no es la óptima iba a buen ritmo y con buen manejo: bajé La Mosca completa arriba de los pedales... =)


Aquí intenté retratar a una hormiga cargando una cáscara de naranja muchas veces mayor que ella, pero el zoom de la cámara no dió para más




¿Acaso no es sensual la primavera?

Bajé Toboganes a buena velocidad, haciendo los ajustes correspondientes en el manejo ya que la humedad que dejaron las lluvias de Febrero terminó por evaporarse y el suelo está suelto y polvoso. No es mi época favorita para rodar (prefiero las lluvias) pero igual se agradece el cambio de terreno, de tal suerte que aunque es la misma ruta de siempre, las condiciones son diferentes.




Ésta parte viene una vez que se desciende de obsidianas. Los árboles aun muestran los estragos de los incendios del 2005 (si no mal recuerdo) lo cual me invita a reflexionar sobre todo lo que los humanos hemos fastidiado a la naturaleza...




Llego a la desviación para bajar al río de agua caliente. Como pueden ver, está incluso señalizada con un montón de obsidianas. De todos modos, si no se está atento al camino es fácil pasarse de largo. Pronto me doy cuenta que este "atajo" sigue siendo muy poco utilizado para descender en bicicleta; hojarasca y piedras sueltas por doquier. A pesar de esto me sorprendo a mi mismo manteniendome a bordo de mi corcel; hacía mucho que no rodaba aquí. A media bajada tengo que ceder a las agresiones del terreno poniendo pies a tierra, lo que me permitió tomar aire y apreciar el paisaje en derredor...




Prácticamente toda la segunda mitad fué a patín. Lo bueno que no es mucha distancia y es de bajada. Creo que con dedicarle un par de sesiones con pala a esta vereda quedaría casi 100% rodable... habré de regresar pronto.



El río de agua caliente por ahora con su cauce reducido. Cruzo y comienzo el regreso del otro lado, ya con el cansancio en las piernas y el sol cayendo a plomo. Aprovecho para tomar unas fotos y un respiro junto al "árbol emblemático".






Creo que más que la forma lo que me llama la atención del árbol es su color amarillento... muy locochón. Finalmente llegué con mucho esfuerzo al Cañón de las Flores, me tomé una coca bien fría (sin sedalmerck, ya les quitaron la pseudoefedrina, así que chiste...) para recuperar algo de galleta y abordé el pavimento de regreso a la ciudad con todo su ruido, contaminación, gentío de gente y demás bullicia, después de un breve pero conciso paso por el paraíso ciclomontañero que nos ofrece el bosque de La Primavera.

Así fué.