13 de noviembre de 2008

Una vez más...

...vuelvo a la "directísima" ruta de bici de montaña Mascota-Vallarta vía San José del Mosco, el pasado fin de semana (25 y 26 Oct 2008). En esta ocasión con un grupo más numeroso, 6 en total: Beto, Aureliano, Fernando, Jimmy, el Sujetillo Samir y su servilleta. Ellos se adelantaron el viernes a eso de las 17 Hrs; yo salí más tarde debido a que andaba muy ocupado. Abordé un camión a eso de las 19 Hrs en Periférico y Vallarta y ahí mismo empezó la aventura: parado en el pasillo ya que el autobús iba hasta la m... ¡llenísimo! Afortunadamente no duró mucho la incomodidad, como a los 35 min pude tomar asiento. Luego, otro pequeño inconveniente: el autobús iba a Talpa no a Mascota, así que tuve que bajarme en el crucero. Eran pasadas las 22 Hrs y el paraje desolado... pero otra vez con un poco de suerte: enseguida ví unas luces, ejecuté la típica señal de "aventón" y se detiene una camioneta. Un señor que va a Mascota y se ofrece a llevarme. En menos de 20 min llego al hotel donde ya se encuentran todos "empiyamados". El sujetilo me hace un paro para ir a cenar al restaurant de la esquina, un par de quesadillas, una Bohemia bien fría pa'dormir a gusto y listo. Mientras, unos adolescentes locales como de 15 años juegan a las escondidas en la calle y parecen divertidos. Caray, la simpleza de vivir en un pueblo. ¿Quién necesita pantalla IMAX, tv por cable, Nintendo Wii y/ó internet wireless para pasarla bien?

Volvemos al hotel y a dormir. Me cuesta trabajo, a pesar de que traigo un buen de sueño gracias a que tuve una semana bien pesadita de chamba y que en el autobús hacia acá no pude dormir gran cosa que digamos. Afuera se escuchan voces de gente platicando, y cada quince minutos las campanadas que anuncian la hora... alrededor de la medianoche logro conciliar el sueño. Había puesto el despertador a las 5:05 pero lo que me despertó fué la televisión; alguien tuvo a bien programarla a las 5 en punto. Todo adormilado, me incorporo, ya que quiero darme un regaderazo antes de pedalear y entre más temprano comencemos, mejor. Poco a poco nos vamos alistando: la indumentaria, las mochilas, las bicicletas, lámparas, radios de comunicación, los últimos detalles... Jimmy trae una parrilla que va en el poste del asiento y está necio que quiere llevarla lo más abajo posible; yo le digo que no, que mejor más arriba, pero él insiste... total, que a los primeros pedalazos hay que ajustarla hacia arriba de nuevo ya que pega con la llanta al encogerse la suspensión. Les dice uno pero no hacen caso... ¡ja, ja, ja! En realidad fuí yo el que le sugerí que la pusiera lo más abajo posible, pero no consideré el problema de la suspensión; y pues ni modo, tuve que ayudarle para subir nuevamente la parrilla.




La mañana oscura pero con un clima agradable, salimos a carretera y nos recibe una pequeña brisa matutina. ¿Nos lloverá en el camino? Pronto llegamos a la desviación, vuelta a la izquierda. Como que desconozco la brecha... nada de qué preocuparse, confirmo con una señora que vamos por el camino correcto. Una recta y al final las primeras subidas, como para ir agarrando calor. Y vaya que sí, el sudor hace acto de presencia debido al esfuerzo y el alto grado de humedad. Comienza a clarear cuando bajamos entre los cerros cubiertos por la neblina y el efecto provoca un paisaje impresionante. A las 7:30, justo una hora después de iniciar el recorrido en Mascota, llegamos a San José del Mosco. Una pausa para tomar fotos y comer algo.



Cruzamos el río y entonces viene la primer subida fuerte; "payasito", a trabajar. Mucha agua todavía, pareciera que seguimos en plenas lluvias. De hecho el cielo permanece nublado. Y así seguiría el resto del día, afortunadamente. Hacemos un alto en el camino entre sembradíos de maíz para desayunar previo al primer ascenso prolongado del día. No lo hubiera mencionado ya que, cual ciclistas del Tour, todos comenzaron a destapar sus botiquines para sacar el "chocho" correspondiente. Pero quien de plano se voló la barda, fué el buen Fer con su "Chichita Pagüer", jajajaja... pensé que era broma cuando lo mencionó, pero no, efectivamente así se llama el gel que le recomendó el chino Vazher. Y vaya que resultó efectivo; que CERA ni que nada, el chichita pagüer es la onda.





Una vez con combustible en el estómago, de vuelta a las bicicletas y a pedalear fuerte; la subida es exigente. De repente me detengo para tomar una que otra foto, los paisajes lo ameritan. El sudor a chorros, no hay sol pero la humedad es intensa. Y a seguir subiendo... de 1,000 msnm hasta 1,700. El cambio de vegetación es notable, los pinos y la tierra rojiza se hacen presentes junto con un airecito bien fresco. Otra pausa para estirar las piernas después de la trepada y algo de comida.




Entonces viene una buena bajada, casi sin parar hasta Zapotán, a 850 msnm. Y nuevamente la vegetación densa, los arroyos y las cascadas por doquier. El aire limpio, los cerros cubiertos de un verde intenso. ¡Qué belleza! Cruzamos otro río y a rociarnos de repelente; los mosquitos al acecho. Y entonces sí ¡a pagar el precio! Una subida bien empinada, que además requiere manejo debido a las piedras sueltas. Para hacerlo más emocionante, el sol sale por un momento lo cual incrementa el efecto "olla de presión" por la humedad. No hay de otra más que agarrar ritmo y concentrarse para no perder el equilibrio. De pronto se escucha el ruido típico de cuatrimotos y nos detenemos a media subida para que pasen; ahora el terreno es como de mazapán, diría el buen Aureliano: arenoso, algo suelto y lleno de zurcos por las lluvias. Como era de esperarse, el sujetillo Samir prácticamente asciende de un solo intento; yo hago lo posible pero se me acaba la galleta y tengo que detenerme a recobrar el aliento. Curiosamente, la nube de moscos que lo acosan a uno en cuanto te detienes, es la que me impulsa a continuar. ¡Vaya trepadón! Sí que es un buen reto. Uno a uno vamos superando la dura prueba, continuamos con la pedaleada y descendemos hasta Barandillas donde nos detenemos para un merecido descanso y comer que ya hace hambre.








Llegamos a una casa donde nos atiende César, la única persona que vemos en esta ranchería. Aaahhh, qué bien cae el atún con galletas saladas. Y de postre, un buen Gansito helado. El cuerpo se relaja y pide a gritos una siesta... pero antes de quedarnos dormidos ¡vámonos! Aún falta camino por recorrer. El buen César, para darnos ánimos nos comenta "lo bueno que ya pasaron lo más difícil, ya no les queda mucho". ¡Ja! En la primer curva ¡tómala! Trepadón. Lo bueno que ya se había nublado nuevamente y el camino en mejores condiciones, pero de que estaba pesadita eso que ni qué. A estas alturas yo ya sentía el rigor de la ruta, ya no sabía que parte del cuerpo me dolía más. Trataba de concentrarme en mantener un ritmo razonable. Y hasta eso, no tardamos en superar el ascenso y entonces sí ¡abróchense los cinturones! Una descenso rápido pero con manejo, debido a los zurcos provocados por la lluvia. Emocionante, sin duda. Cabe aclarar que durante todo el recorrido, el clima se portó bastante benévolo; las nubes contenían los rayos del sol y la temperatura era en general agradable.






Antes de que se me olvide, debo comentar que a estas alturas ya habíamos sufrido varias humillaciones por parte del Sujetillo, quien se daba el lujo de subir y luego bajar y de vuelta subir con nosotros... ¡maldito! Pero no tardaría en pagar caro su afrenta, jajaja... de vuelta al recorrido, cruzamos un arroyo (¿qué numero va?) y luego pedaleamos un rato en "parejo" hasta por fin cruzar el Río Cuale y llegar a donde se junta el camino con el que viene de Los Lobos. Nos reagrupamos, algunas fotos y algo de fruta para terminar con dignidad el recorrido. El cansancio ya está presente. Pero ya falta poco, así que venga el último esfuerzo. En menos de 10Kms llegamos a una tiendita para un Gatorade bien frío y tomar un pequeño relax. Yo conste que no quería, pero el Jimmy friegue y friegue y friegue... y bueno, para que ya no diera lata tuve que tomarme una Pacífico a sugerencia suya, jejeje.

El resto de la ruta era prácticamente puro descenso hasta Puerto Vallarta. Hay que tener mucho cuidado en la bajada ya que se agarra mucha velocidad, hay curvas muy cerradas y vehículos circulando. Yo en varias ocasiones derrapé, mis llantas no tienen precisamente mucho agarre... y de plano en una curva me pasé por completo, lo bueno que había espacio para detenerme. Enseguida la última subida del trayecto... no gran cosa pero ¡uufffff! Ahora sí que me llegó el bajón y tuve que rodar "al pasito". El tormento acabó pronto y nuevamente agarro velocidad en el descenso. De pronto, me encuentro al Sujetillo parado en un curva. "¿Qué pasó, todo bien?" le pregunto. "Bien pero ya casi no, a punto estuve de estrellarme con una camioneta blanca... decidí mejor esperarte para no ir solo". Efectivamente, es peligroso bajar por estos caminos. Seguimos juntos y luego noto que Samir trae problemas con el desviador trasero; se brinca la cadena. "A ver, déjame checarlo". Un pequeño ajuste a la tensión del cable y mejora. Solo que más adelante de plano hay que detenerse; el desviador ya no hace los cambios. Reviso y veo que el chicote se reventó. Bueno, "chicote" por llamarle de alguna manera; más bien era como mecate de tendedero. Con razón... ¡ja, ja, ja! Ya se me hacía raro que no le ocurriera nada al Sujetillo digno de ponerse en este blog. "¿Falta mucho para Vallarta?" me pregunta para saber qué hacemos. "No, ya pura bajada, igual lo arreglamos llegando". Continuamos bordeando el Río Cuale donde ya se vé gente que viene a pasar el día junto con una carnita asada, unas chelas bien frías y un buen chapuzón... ¡qué antojo! Pero debemos continuar. Entre el tráfico, la lodacera del camino, gente local y uno que otro turista pedaleamos entre las calles. 16:30Hrs y ya mucha gente con su caguama en la mano. Y bueno, como "al lugar que fueres haz lo que vieres"... nos detenemos junto a un expendio de chelas. "Mi buen Sujetillo, con todo gusto arreglo tu desviador pero antes una Pacífico bien helada". ¡Aaaahhhhhhh! Qué bien. Así si baila m'ija con el señor... y mientras llegan los demás la hago de mecánico; aunque medio "hechiza" la reparación pero queda efectiva para continuar. Después de unos 15-20min estamos todos juntos y a continuar pedaleando por entre las calles de Vallarta, hasta el restaurante del hermano de Fer donde comemos como pelones de hospicio. Una gran recompensa a un gran esfuerzo. Molidos por el cansancio pero contentos por haber completado el trayecto sin mayores incidentes. Así fué...









Más fotos, chéquenlas aquí.

20 de octubre de 2008

De vuelta a las andadas

O más bien, pedaleadas. Bueno, no es que lo hubiera dejado por completo, es solo que he estado bastante ocupado con un proyecto de índole empresarial y no había tenido muchas oportunidades de salir a que me diera el aire, solo de vez en cuando. Hace apenas unas 3 semanas ya retomé la actividad de la bicicleta con mayor frecuencia, principalmente en el Bosque de La Primavera. Una experiencia un poco diferente, ya que he rodado entre semana y las rutas prácticamente solas... se aprecia la tranquilidad y la falta de ruido citadino. En una de esas ocasiones tuve la fortuna de encontrarme con el buen Pancho Santana, a quien tenía mucho tiempo sin ver. Nos fuimos juntos a la Torre 2 y esta vez le tocó sufrir y llegar a pie; no cabe duda, la bicicleta es muy celosa.

Y hablando de re-encuentros, ayer salí un poco tarde de mi casa con rumbo a la Torre 1. Sentía los muslos cansados, el día anterior me fuí a correr a pie y estuvo pesadito, pero a ritmo y con paciencia pude llegar a la parte más alta sin mayores contratiempos. Inmediatamente tomé con rumbo a "el espinazo del diablo", vereda que baja de la Torre 1 y que es harto emocionante, ahora más con los estragos de las lluvias recién pasadas. A la mitad del camino me encuentro con un grupo que incluye nada más y nada menos que al "sujetillo" Samir, al Chapo, Luis, Octavio y otros que he visto en rodadas anteriores pero de quienes no recuerdo su nombre. Total, me uní a la banda y descendimos por una ruta que yo conozco como "El Chucky", yo solo la había hecho al revés de como bajamos, y creo que me agradó más en este sentido. Ahora bien ¿recuerdan que a mediados de Julio comentaba acerca del ataque de unas avispas en esta zona? Pues creo que siguen siendo el azote de los ciclistas, a un par de ellos los hicieron víctimas de sendos piquetazos y sólo se escucharon los lamentos de... bueno, ya se imaginarán, no los publico para mantener la clasificación "A" de este blog.

En fin, un muy buen descenso que requería manejo, hasta llegar a Mariano Otero. De ahí el regreso, me despedí de ellos en la caseta, ya que ellos traían vehículo y yo debía continuar hasta mi casa en la bicla. Unos buenos 55Kms en buena compañía. Así fué...


29 de julio de 2008

¿Hasta dónde...?

"How long until it dies? How long? How long?"
De la canción "Daylight Dies", Killswitch Engage, 2006.

Disculpen que los aburra una vez más con el tema del Bosque de La Primavera y su lenta pero segura desaparición a manos de la "civilización humana". Hoy me encontré con esta nota en el periódico Público en donde habla de la familia de Bugambilias que recibió un ataque a su casa con bombas molotov; "casualmente", esta familia es una de las principales opositoras a la tala del bosque en favor de cotos residenciales.

Qué lamentable que los interesados en invadir el bosque con fraccionamientos de casas-habitación y centros comerciales recurran a estos métodos para amedrentar a sus opositores. Qué lástima que las autoridades no actúen en defensa de los derechos ciudadanos. Y qué lástima que los ciudadanos no nos sepamos defender a nosotros mismos. Que no nos organicemos. Que no protestemos. No contentos con eso, nos volvemos cómplices del deterioro ambiental en La Primavera al comprar las casas y los terrenos con fines particulares que ahí nos venden.

En fin, espero que esta pequeña contribución sirva para, al menos, hacer que una que otra persona reflexione sobre este problema. "Algo es algo", dijo el calvo...

P.D. ¿Alguien sabe dónde venden escudos contra bombas molotov?

17 de julio de 2008

Tanto peca el que mata la vaca...

... como el que le agarra la pata. "Los dichos no los hicieron los pendejos", como bien decía un conocido.Y es que con todo este asunto de la urbanización del Bosque de La Primavera, me puse a reflexionar en que, por ejemplo, para nosotros la comunidad ciclomontañista (uno de los principales grupos que utilizan el Bosque como área recreativa y supuestamente interesados en que se conserve como una zona natural en vez de pasar a formar parte de la mancha urbana) es muy triste ver como poco a poco el asfalto vá ganando terreno. Hace apenas unos días les comentaba de la lamentable decisión de un juez que concedió un amparo en una zona de 600 Hectáreas para no ser consideradas como zona protegida y por tanto, dejarlas en posibilidad plena de ser utilizadas como terrenos para construcción de vivienda y uso comercial. Y efectivamente, la culpa aquí puede ser fácilmente achacada al juez, a la gente que promovió dicho amparo con intereses claramente particulares, a las autoridades municipales, estatales y federales por su nula actuación en el caso, a las inmobiliarias involucradas, etc., etc., etc.... y hoy me encuentro con este pequeño fragmento:

"También nos parece muy grave que verdaderamente la ciudadanía no se inconforme y que el presidente municipal, al igual que los regidores, estén involucrados en esta serie de situaciones". Juan Martínez López, del grupo disidente de Santa Ana Tepetitlán.

El artículo completo lo pueden ver aquí.

Y así es. Es muy lamentable que nosotros los ciudadanos veamos cómo se acaba el Bosque y no hagamos nada. Absolutamente nada. Bueno, eso sí, como buenos tapatíos renegados, nos la pasamos reniegue y reniegue de las autoridades, la corrupción y demás. Lo peor del caso es que, en cuanto se ponen a la venta casas construidas en el Bosque, luego luego aparecen compradores. ¿No somos nosotros entonces claramente culpables también de la pérdida del Bosque de La Primavera?

Lo dejo a su consideración. Por lo pronto, si decidimos seguir como hasta ahora, o sea, sin hacer nada, por lo menos dejemos de quejarnos. Un poco más de seriedad y congruencia, por favor.

16 de julio de 2008

No solo de MTBiking vive el MTBiker

Hace ya un buen rato que rodé por primera vez "El Muñeco" junto con el buen Mofles de regreso de "Toboganes", en La Primavera. Al final de esta vereda (o mejor dicho, en el extremo que dá a la brecha de Mariano Otero) existe un agujero natural de unos 30 metros de diámetro y otros tantos de profundidad. Entonces se nos ocurrió que era el escenario perfecto para un descenso en cuerda ó rappel. Con tal intención me hice del equipo correspondiente (básicamente me faltaba la cuerda estática y un par de instrumentos para ascender de regreso por la cuerda) pero no había llegado la ocasión para descender en este lugar. Hasta ahora...





El pasado Domingo 13 de Julio me levanté temprano, puse lo necesario en la mochila para hacer rappel, me monté en mi corcel y salí de mi casa pedaleando con rumbo al bosque de La Primavera. Una mañana agradable, a ratos soleada, a ratos nublada pero con un clima fresco. Subestimé el peso de la mochila y pronto sentí el rigor de los 10Kgs. Aprox. extra... aunque lo más incómodo era que con el casco alcanzaba a rozar la parte alta de la mochila. En fin, hice un ajuste en la ergonomía, agarré ritmo y pronto me encontraba ya subiendo hacia el 8.5, sudando la gota gorda. Muchos ciclistas de montaña que me miraban curiosos cargando semejante mochila en la espalda... sin mayores contratiempos llegué a la vereda de "El Muñeco", tomé algunas fotos y un respiro y me dirigí al lugar. ¡Ah, qué bonito escenario! A preparar las cosas. Lo primero que hice fué colocar mi bicicleta junto a un árbol y asegurarla con un candado... digo, uno nunca sabe. Enseguida saqué la cuerda estática y justo cuando la estaba anudando a un árbol veo que se acerca un ciclista... ¡es el buen Mofles! Viene junto con un camarada y pues ya viendo lo que estaba preparando, los invité a quedarse para hacer el descenso. "Primero tú, si vemos que sales con vida de esto, nos aventamos". Gachos... y pues ni modo, una vez equipado con arnés y toda la cosa, ahí voy:



Ciertamente empecé algo nervioso, pero ya en confianza no hubo nada que temer y pronto me encontraba en el fondo de la pared. ¡Una vista impresionante! El Mofles y el Chino (a quien yo insistía en llamar José, pero no, no se llama así) documentando el descenso en fotos y video. Y ahora, pues a subir. No hay problema en hacerlo caminando pero yo quería probar con estos pequeños dispositivos que son unas pequeñas piezas de metal aparentemente sin chiste pero que cumplen muy bien su función para progresar sobre una cuerda vertical. Hacia arriba se deslizan y hacia abajo se atoran; luego entonces, con una cinta en la pierna y otro al arnés, se logra el efecto de ir subiendo. Al principio como que no sabía bien cómo coordinar los movimientos y me costó trabajo, pero luego ya pude subir más rápido. No faltaban los ciclistas curiosos que se detenían a ver qué estaba pasando. A medio ascenso me detuve para saludar a Enrique Arroyo quién me gritó desde las alturas. Intercambiamos algunas palabras, ellos siguieron rodando y yo seguí subiendo. En la parte final requerí de la ayuda del Mofles para poner pies en tierra (¿cómo habría hecho yo solo? No sé...) y así terminó mi turno, que en verdad disfruté mucho.

Siguió el Chino, muy valiente, y después de un breve curso de 5 min. de cómo utilizar el equipo, se aventó sin miedo a la muerte y descendió rápido y sin problemas. Entonces se animó a ascender por la cuerda, igual, al principio le sufrió un poco pero ya luego avanzó sin dificultades. Finalmente, el turno del Mofles, quien al principio se había mostrado renuente pero pues ni modo de ser el único que no... y ahí vá para abajo, disfrutando del paisaje. Eso sí, el ya subió caminando.








Mientras tanto el Chino y su servilleta nos dedicamos a recoger el equipo, todo a la mochila nuevamente y reanudamos la rodada por la vereda, la cual tiene sus zonas de manejo, cómo no. Y creánme que con la mochila a cuestas la cosa se complica, un par de ocasiones sentí que saldría volando por encima del manubrio... afortunadamente no fué así. Subimos de regreso a Mariano Otero y cruzamos para seguir subiendo hacia una vereda que desciende como quien viene de Torre 1 por el "Espinazo del Diablo". A pesar de la carga, iba yo con muy buen ánimo después del rappel y disfrutando de la rodada junto con dos buenos camaradas, cuando apareció el pelo en la sopa...







Justo antes de la última subida, me detuve a tomar unas fotos, guardé la cámara, empujé la bici y ¡OUCH! Sentí como si me hubieran echado pica-pica en la cola. ¿Qué pasó? No sé, no ví nada alrededor y por más que buscaba en la licra, nada. El ardor se sentía de la "#$%&... aceleré el paso y de pronto, sentí otro piquete detrás de la rodilla izquierda. ¡Joder! Alcancé al Chino y al Mofles en la parte alta, les platiqué del incidente y en eso veo una avispa amarilla en mi guante. ¡Con razón andaba como toro en segundo tercio, todo banderillado! En fin, lo peor ya había pasado y comenzamos el descenso, con la adrenalina de la bajada casi no sentí la molestia de los piquetes. Llegamos nuevamente a M. Otero, bajamos por Cabañas hacia el autódromo y llegamos a la caseta donde nos detuvimos por una coquita muy refrescante... aaahhhh, qué bien cae. Lo demás, fué simplemente rodar de bajada hasta la casa. Una muy buena "rodada alternativa".

Así fué...