4 de abril de 2007

Vaya sesión de MTB

Hacía ya algún tiempo que no hacía una ruta de MTB tan fuerte y tan rápida como la del pasado Sábado 31 de Marzo. Y eso que tuvo un inicio nada prometedor: el viernes le comenté a Abraham que si me podía dar un "ride" ya que no tenía auto. El sábado temprano nos vimos cerca de la ex-glorieta de Los Cubos. Ahí trepé mi bici al rack de su Jeep y nos fuimos rumbo al punto de reunión. Justo al tomar la avenida que sale de López Mateos hacia Bosques de Santa Anita, al pasar uno de los topes, se escucha un golpe y enseguida un señor que viene en bici nos grita "¡eeeehhhh!". Abraham detiene el vehículo inmediatamente y al voltear hacia atrás... ¡el rack junto con las bicis en el suelo! De pronto sentí que me daban anginas, y eso que de pequeño me las operaron. La sangre volvió a circular de manera normal cuando al acercarnos nos damos cuenta que las bicicletas no habían sufrido daño alguno, el golpe se lo llevó el rack. ¡Uuuuufffff! Vaya sacote que nos pedamos. Reinstalamos el rack y llegamos sin mayores problemas. En el camino Abraham me explicó que la noche anterior, al instalarlo, el perno que lo fija al chasis del auto entró sin mayores problemas y el pensó "caray, qué bien, le atiné a la primera". Lo que ni cuenta se fijó es que en realidad no había entrado bien y quedó suelto. Vaya suerte... ¿qué tal si el rack se cae en pleno Periférico, ó en Av. López Mateos? Todavía estarían regadas las piezas... no cabe duda, cuando no te toca, aunque te pongas.

Una vez pasado el susto, comenzamos a rodar el clásico ascenso a Torre 1. Llegué solo detrás de Fer, quien tiene una muy buena condición para las trepadas. En el camino algunos se regresaron, ya sea por malestar ó por compromiso. Total que para el descenso del Espinazo del Diablo sólo éramos 6. Se sufre en la subida pero la bajada lo paga ¡qué buen downhill! Acordamos entonces hacer la mosca. Yo me sentía bien y ya entonces llevaba la delantera, gracias al manejo técnico de la ruta. Creo que era mi día. Superé los pasos más complicados sin problemas y bajé hecho la... ¡duro! A la mitad entre mosca y toboganes Aureliano y Beto decidieron regresar. "¿Hacemos toboganes? ¡Vá!". Y a seguirle. Piedras, raíces, terreno suelto, curvas cerradas, escalones... todos los obstáculos superados arriba de la bici. Descansamos al final de toboganes y entonces sí, se empezó a dejar sentir el ritmo en las piernas; ya no respondían igual. Cortamos camino por el muñeco y salimos a Mariano Otero. Aún esperaba la subida de regreso. Antes, como el calor ya imponía condiciones, decidimos pasar al ocho y medio por una coca fría. Aaaahhhh, qué buen remedio para la sed y el cansancio. Descendimos a toda velocidad a la caseta y ahí me despedí, ya que tenía el compromiso de una comida y era más rápido para mí regresarme por toda la avenida.

En resumen, una muy buena ruta con unos buenos compañeros de rodada. Ojalá así fuera siempre...

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