18 de junio de 2008

Los desodorantes (o de cómo el clóset se abre sin avisar)

No estimados lectores, no se confundan: este blog es y seguirá siendo principalmente acerca de ciclismo y otras actividades al aire libre, solo que de pronto uno se entera de cada cosa...

Había llegado el momento de materializar la rodada que hace un año había planeado cuando circulé en auto por la carretera que lleva de Amatlán de Cañas a Ahuacatlán, Nayarit. Me pareció que la subidita valía la pena... y vaya que así fué. Sábado 7 de Junio, Samir, Manuel, Arturo y su servilleta, acompañados por Cynthia (la esposa de Arturo) y su hija Daniela (quienes irían detrás de nosotros con la camioneta como apoyo y protección) salimos bien temprano de Guadalajara con rumbo a Magdalena, Jal. con una breve escala para el café y las provisiones de último minuto. Llegamos al punto de partida, atuendo, bicicletas y ¡vámonos! A eso de las 8am comenzamos a pedalear por la carretera que va a Etzatlán. Una mañana fresca y nublada, muy apta para el ciclismo.








Pronto llegamos al crucero, vuelta a la derecha y seguimos a buen ritmo. En San Marcos realizamos una parada técnica y en breve continuamos con el primer ascenso fuerte del día. Curiosamente el clima se mantenía nublado. Llegamos a la parte más alta, nos reagrupamos y nos dejamos llevar por la bajada hasta Pie de la Cuesta. Resulta muy emocionante, lástima que no le han dado mantenimiento a esta carretera (¡qué raro!) y hay que andar con mucho cuidado para no caer en uno de tantos baches. Finalmente, llegamos a Amatlán de Cañas, lugar donde aprovechamos para comer algo y estirar las piernas, ya que venía la parte más fuerte. Además, el sol ya comenzaba a hacer acto de presencia.








Para salir de Amatlán no hay de otra más que subir; el pueblo está localizado en un hundimiento. Así que, piernas para qué las quiero, una trepada más. Pasamos por Estancia de los López y enseguida una serie de columpios. Los demás venían a muy buen ritmo pero yo trataba de reservarme ya que sabía que la subida estaba cerca y que realmente nos iba a pasar factura. Una parada más, Samir ponchó y en eso me doy cuenta que yo también debo cambiar cámara por fuga de aire. A estas alturas el calor ya estaba fuerte. Llegamos a El Rosario y entonces llegó una parte muy divertida: unos 2 Kms. de terracería y empedrado. Yo iba adelante y atrás nomás escuchaba los lamentos: "¿por dónde nos traes?", "¿a qué hora la carretera?" "¿Seguro que es por aquí?", "ya, dí la verdad, nos quieres tronar"... ¡jajaja! Yo ya sabía que este tramo era inevitable y bueno, la verdad es que no era para tanto, rodando al pasito salimos sin problemas, pero ciertamente es un trato muy rudo para las bicicletas de llantas delgadas.

No tardamos mucho en alcanzar Barranca del Oro, no sin antes avistar la subida que nos esperaba... infundía respeto, sin duda. El buen sujetillo tuvo a bien recomendar reabastecernos de líquidos previo a atacar el trepadón y tomando en cuenta los 30 grados de temperatura y el alto porcentaje de humedad de esta zona. Agua, Gatorade y a darle que es para hoy. En mi "yo" interno tenía sentimientos encontrados: por un lado, la emoción de estar viviendo una rodada que había planeado con tanta anticipación, pero por otro lado el cansancio físico ya era patente en mis piernas y no me sentía muy bien para la subida. La falta de entrenamiento... pero aún no estaba dispuesto a rendirme, así que ¡a pedalear!

Algo de recta, una bajada más, algunas curvas y casi se podía ver el letrero: "Bienvenidos al Templo del Dolor". Una recta que conduce a la subida, la cual desde los primeros metros es implacable. Y el calor agobiante. Yo apliqué el payasito pronto pero de poco sirvió; en breve era yo el último de la caravana. Subir, subir, subir... ni un pequeño descanso. El termómetro en ascenso: 36 grados. Me sentía como dentro de un horno. El agua ya no me la tomaba sino que más bien me la echaba encima para refrescarme. Entonces me llegó la duda existencial... ¿continuaré con este martirio? Mis piernas ya no responden. Mentalmente, creo que aún puedo. Pero no, no tiene caso. Lo que menos quiero es lesionarme. Ni modo, en esta ocasión no se pudo. Hago la señal a Cynthia para que se detenga. Recupero el aliento, subo mi bici a la camioneta y continuamos. Más adelante Manuel también se sube a la camioneta. La subida cobra sus víctimas. Alcanzamos a Arturo quien viene a buen paso. "¿Quieres agua ó gatorade?" le grito, a lo que Artur responde "lo que quiero son un montón de piedras... ¡para apedrear al sujetillo cuando lo vea!". Jajajaja... lo que sea de cada quién, el sujetillo Samir es un muy buen trepador, ni el polvo le vimos.

Llegamos a la parte más alta, decidimos entonces continuar en la bici para recuperar algo de honor. Peeeero... no, no era la parte más alta. Ni modo, a trepar. Afortunadamente ya no faltaba mucho y ahora sí, al final de la subida alcanzamos a Arturo y a Samir. Y entonces, el descenso. Aaahhh, qué alivio. Espero al grupo a la entrada de Ahuacatlán y juntos rodamos hacia la plaza principal, pero ¡oh sorpresa! resulta que hay tianguis y la calle por donde llegamos está cerrada. Qué importa, ya estamos aquí después de 110 Kms. tortuosos.

De regreso en la camioneta, la plática acerca de la ruta que acabábamos de rodar, a pesar del sufrimiento en la última subida nos gustó mucho y comentamos que valió la pena. También comentábamos acerda de una señora que en una tienda en Ahuacatlán nos preguntó "¿De dónde vienen?", "De Magdalena, Jalisco", "Ah ¿se vinieron en moto?", "No señora, en bicicleta", la inocente... Pero todo esto pasó a segundo término cuando, en un giro que dimos hacia el tema de los desodorantes la conversación se volvió muy reveladora. Algo mencionábamos acerca de precios y efectividad, cuando la puerta del clóset se abrió estrepitosamente y el buen Artur dice:

"Pues yo uso desodorante para mujer y ¿vieran qué buenos resultados me ha dado?"

¡ORALE! Manuel, Samir y yo que veníamos en el asiento de atrás nos quedamos sin palabras, con los ojos bien abiertos, ni el trepadón nos quitó el aliento de esta manera. "Quién se iba a imaginar, tan hombrecito que se veía el Artur trepando la subida a buen ritmo" dice el sujetillo. "Con razón a mí me llegaba un olor a licra rosa", les digo, jajajajajaja. En fin, yo la verdad respeto las preferencias de cada quién, los gustos y las orientaciones son muy personales. Nomás avisen, digo, no hay qué ser, uno se saca de onda. Lo bueno que, la próxima ocasión, si veo al Artur con un jersey de Barbie ó unas licras de las chicas superpoderosas, pues ya no hay de qué espantarse ¡jajajaja!

Así fué...

P.D. Muchas gracias a Cynthia y a Daniela por el apoyo logístico y la paciencia.

Listos para el descenso





Estancia de los López


El chocho... con razón Samir sube como si nada.



Nunca faltan las ponchaduras








Un cadáver a la orilla del camino


El Rosario, Nay.








¡Por fin!


La entrada triunfal...


4 comentarios:

  1. Que onda mi buen Pablo o mejor dicho "Gume", felicidades por esta rodada. Mi suegro es de la Barranca del Oro, Nay y hemos ido varias veces por alla; en cierta ocasion me la heche corriendo de la Barranca a Rosario y a la Estancia de los Lopez; estando ahi me preguntaba si seguir a Amatitan, pero corriendo es un martirio asi que de regreso a la Barranca. Son muchas subidas pero un buen ejercicio tanto en bici como corriendo. Felicidades!!! Algun dia invita no?
    Manuel Ochoa

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  2. Chale.....creo que nada servirá mi explicación cientifíca acerca de por que uso desodorante pa´morra....aun ke ya varios me han preguntado que de que marca....

    Saludos

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  3. Hey me da gusto que se apoye la diversidad. :) Viva la bandera de arcoiris!

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  4. buen dia! soy de etzatlan jalisco y yo practico el ciclismo pero de montaña... me pongo a sus ordenes para cualquier cosa en cuestiones de sus rutas.. hasta para poderles conseguir, asistencia de proteccion civil o vialidad... para su resguardo... solo seria platicar para plantearlo mi correo es pameetz@hotmail.com
    C.D. Poul Montes Espino

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