29 de septiembre de 2006

Pure MTB

Todo el mes de Septiembre ha estado dedicado (al menos los fines de semana) a la bici de montaña. He aquí la reseña de los recorridos:

Etzatlán (3 Sep)

Justo después de la salida a Chiquilistlán fuí con Gerardo Renoirte y el buen Pancho Santana a Etzatlán, a 90Km al poniente de la ciudad. Nos vimos en Vallarta y Periférico temprano, y al ver que éramos los únicos nos arrancamos. 9:30 Aprox. comienzan los primeros pedalazos por las calles empedradas del pueblo. Y la subida no se hace esperar... Gerardo a muy buen ritmo pero de pronto se retrasa. Llego primero al mirador de la Cruz de Quesada y los espero; ahí vienen ambos sufriendo los estragos de la empinada cuesta. Un descanso, fotos y a seguir pedaleando.





No tardamos en llegar a El Amparo, antiguo pueblo minero de la zona ahora reducido a unas cuantas casas. Amenazaba una tormenta pero se fué alejando poco a poco. Nuevamente otra subida que nos conduce a la parte más alta del cerro y entonces hay un crucero y un letrero que señala hacia "Piedras Bola". Este es un lugar que se caracteriza por tener piedras en forma de bola (se los juro) y dicen que es muy bonito pero no tengo el gusto de conocerlo. ¿Nos arriesgamos a conocer la ruta? Un lugareño nos advierte que la terracería no llega hasta allá... decidimos rodar un rato por esa brecha, pero pronto nos damos cuenta que comienza a descender... y si no podemos llegar, el regreso sería un tanto cuanto frustrante y de subida... mmm, no, mejor no, volvamos al plan original. Descendemos rápido hacia Las Jiménez (la brecha está en buenas condiciones, se nota que la han arreglado) y decidimos visitar una construcción en ruinas de lo que debió en su momento ser el casco de una hacienda. Muy grande, por cierto, tenía iglesia y toda la cosa. Fotos y a reanudar la marcha.




Una breve pausa al llegar a Ahualulco para comer algo y finalizar la ruta con 14Kms de carretera (lástima, no hay otra manera de regresar excepto por el mismo camino) los cuales resultan algo tediosos... pero al llegar a Etzatlán llegó lo mero bueno: un almuerzo casero cortesía de mi papá quien vive allí. Chilaquiles, frijolitos, avena... ya hasta se me está antojando.

En fin, un buen recorrido con un mejor final.





Torre 3 (9 Sep)

Tocó el turno al bosque de La Primavera, en esta ocasión a la Torre 3, ruta desconocida para mí. El buen Abraham Heredia me invitó el viernes y al otro día temprano ya iba con rumbo a Las Tortugas, punto de reunión. Ahí estaban Marce y Fer; un poco más tarde llegarían los demás. En total un grupo de 2 mujeres y 5 hombres. Muy guerreras ellas, por cierto, me dió gusto que haya representantes del sexo femenino que gusten por el ciclismo de montaña, algo poco común en este país.

Total, arrancamos pasadas las 9am. Buen clima, fresco y nublado. Cruce del río y primer eventualidad: arrancan (o mejor dicho, pretenden arrancar) Fer y Jimmy al mismo tiempo, Fer pierde el equilibrio, no puede desengraparse y cae sobre Jimmy... ¡suelo! Como fichas de dominó... la típica caída sin razón pero que resultan muy divertidas, al menos para los espectadores. Fué necesario invertir algunos minutos para zafar el manubrio de una bicicleta que estaba atorado en la rueda de la otra bicla.

Una vez pasado el incidente, a seguir rodando. Esta ruta transcurre principalmente por camino ancho por lo que no representa mucho manejo técnico, excepto por algunas zonas en donde el agua ha hecho de las suyas y se forman zurcos, agujeros y también quedan piedras expuestas. Y precisamente una de estas "imperfecciones" del terreno fué la causante del segundo percance del día: en una recta rápida de pronto nos llaman a los 3 que íbamos adelante; alguien se cayó. Regresamos y Fer todo raspado y con unos buenos golpes en pierna y brazo izquierdos. Resulta que venía a toda velocidad justo atrás de Rocío y no alcanzó a ver un hoyo... voló con todo y bicicleta dando tumbos durante algunos metros. Afortunadamente nada grave, pero esos raspones ¡ah! cómo arden. Hay quienes dicen que sin sangre no hay ciclismo de montaña. La bicicleta intacta. Un analgésico y después de unos minutos continuamos todos.

A estas alturas ya había salido el sol y se sentía muy húmedo el ambiente. El sudor por todos lados, de vez en cuando presionaba mi casco con la mano para "exprimirlo". A los 1,475msnm empieza el ascenso de a deveras. A pesar del esfuerzo requerido me sentía bien. A los 1,600msnm se para Fer; viene con las molestias del trancazo y prefiere tocar retirada. Los demás continuamos para no perder el ritmo. Atrás de mí vienen las 2 chavas. Yo muy optimista llegué a pensar que con el plato de enmedio podría completar toda la subida, como vengo a buen ritmo... ajá. No tardo ni 500mts en darme cuenta que es necesario recurrir al payasito. Y de ahí en adelante. Vaya que está fuerte la trepada, y si a esto agregamos que el terreno incluye mucha arena y piedra suelta, pues la cosa se pone más interesante. Las patinadas de llanta a la orden del día. En una de las curvas volteo hacia abajo y ya solo viene... joder, no recuerdo su nombre, pero el caso es que ahí viene. Y la cereza en el pastel: los mosquitos. ¡Ah, cómo me enfada que vuelen justo en mi cara! Mi brazo derecho parecía limpiaparabrisas.

A los 1,850msnm me empieza a llegar el síntoma del hambre; justo lo que me faltaba. Así pues el ascenso se transformó de una prueba física a una psicológica para no sucumbir ante la tentación de parar. Pedalear, pedalear, mantener el ritmo... ¡una pequeña recta! Agarro vuelo y aprovecho para levantarme del asiento; mi trasero lo pide a gritos. En esta ocasión vaya que el asiento me pasó la factura. Volteo hacia arriba y me doy cuenta que ya falta poco para la cumbre, lo cual me da ánimos. Pero pronto se me acaba la emoción: un tramo con grava suelta. Varias veces estuve a punto de perder el equilibrio pero faltando ya tan poco no quería detenerme así que me apliqué y finalmente... ¡el mirador! Qué paisaje. Desde aquí se domina todo el bosque. Valió la pena el esfuerzo. Subimos de ahí a pie a la parte más alta justo donde se localiza una caseta de vigilancia de los guardabosques. Poco a poco llegan los demás, mientras descansamos y comemos algo. Faltan Fer y Abraham quienes decidieron regresar.

Y por supuesto, todo lo que sube tiene que bajar. Eso sí, hay que ser precavidos por las piedras sueltas, la bicicleta tiende a patinarse. Par de ponchaduras en el camino. Para esto, decidimos que va a estar muy pesado el regreso por la misma ruta, a todos nos costó trabajo el ascenso así que decidimos mejor irnos a Tala y ahí tomar un camión. Pura bajadita, así que tranquilo, excepto que hay que brincar muchas cercas y portones. Ya en Tala y mientras esperábamos el camión, Marce nos ofrece "coquitas" bien frías que compró en el Oxxo... ¡aaaahhhh, qué delicia! Lástima que se acaben tan pronto. Y así también acabó este recorrido.



Vuelta al Río (17 Sep)

Este es un clásico recorrido que comienza en Mariano Otero y Periférico, sigue hasta el Km 8.5, de ahí hacemos Mosca-Toboganes, seguimos por Obsidianas, bajamos al Río Seco, viramos a la derecha hacia el río de agua caliente, cruzamos, llegamos al Cañón de las Flores y de regreso por la carretera hasta Periférico y Vallarta. Solo nos reunimos Gerardo y yo, y vaya que fué un recorrido rápido: en vez de paseo parecía competencia. Los únicos 2 descansos fueron a) en el árbol donde termina Toboganes y b) en los taquitos dorados de Cañón de las Flores. También hubo una pausa breve para saludar a Adán Arias y al Gabo que venían rodando (literalmente, hacía rato que no se subían a la bicla) y conversamos brevemente. Un recorrido rápido ya que no hubo incidentes ni humanos ni mecánicos. Lo que sí me pareció eterno fué regresar por el Periférico hasta M. Otero; normalmente yo me sigo por Av. Vallarta hacia mi casa pero Gerardo dejó su nave por aquellos rumbos y no me pareció correcto dejarlo morir solo, así que unos cuántos kilómetros extras... pero bueno, siendo pavimento se avanza rapidito. Una muy buena ruta con un poco de todo: subidas prolongadas, bajadas rápidas, zonas de buen manejo técnico, cruce de río, lodo, piedras, raíces... en fin, tal y como debe ser la bicicleta de montaña. Definitivamente un clásico.


Tapalpa-Agostadero-Chiquilistlán (24 Sep)

Tenía buen rato sin venir a esta zona a rodar en una de mis rutas favoritas; de hecho, la ruta de Atemajac y ésta "rivalizan" por el primer lugar. A esta ruta le tengo un aprecio especial ya que, junto con Carlos Romero, Irvin y otro amigo la "abrimos", es decir, la ubicamos en base a un mapa y GPS... nos perdimos y toda la cosa pero finalmente la fuimos trazando y vaya que valió la pena.

En esta ocasión fuí solo ya que no hubo quórum... así pasa a veces. Después de manejar durante 1:45hrs llego a Tapalpa, dejo el auto en el centro y a pedalear. Tomo con rumbo al Country Club y luego a la derecha en una calle que continúa como una brecha; se pasan varios ranchos, una escuela primaria y... ¡oh sorpresa! Donde antes había sólo una cerca para después cruzar un arroyo, ahora hay una barda y un portón. Busco alternativas para pasar al otro lado pero nada. Me asomo por un hueco del portón y veo que la cerradura no tiene candado. Con permiso. Apenas me monto nuevamente en la bici detecto ponchadura. Ni modo, a realizar la faena. Continúo y el paisaje muy bonito, mucha agua y mucho lodo, se nota que llovió la noche anterior. Justo después de una subida bastante pesada, la vereda dá vuelta en "u" y otra sorpresa: cerca de alambre. Vaya que ha cambiado esto desde la última vez que vine... sigo ascendiendo y pronto me doy cuenta de los estragos que ha causado la lluvia: la vereda llena de grietas, lo cual hace prácticamente imposible rodar. Luego entonces, a caminar. Y un buen pedazo. Finalmente llegó al cruce de caminos, tomo un respiro y me preparo para el descenso. Me encuentro con un par de árboles caídos lo cual reduce la velocidad. El camino se estrecha y llega la hora de la verdad: vereda entre piedras, raíces y mucho, mucho lodo. Hubo algunos pasos que de plano tuve que repetir, esto está muy cambiado. Pero vale la pena ya que le agrega adrenalina. Termina el descenso y hay que pasar una ranchería (nunca he preguntado el nombre). Al final de una bajada leve otro arroyo, solo que está muy profundo y casi salgo volando... pero no me salvé de un buen trancazo en la rodilla con el manubrio.

Continúa un leve ascenso para luego seguir bajando por camino ancho, nuevamente algo de manejo y otra sorpresa: un deslave en el cerro que tapa por completo la terracería. Otra vez a pie. Y antes de llegar al rancho de El Agostadero, otra buena zona de manejo la cual, para variar, ha cambiado... lo que antes era sólo una bajada empinada ahora se ha convertido en una vereda con varios escalones grandes con raíces y bien lodositos. ¿Así ó más manejo? Una vez superada la prueba, me encuentro con un sembradío de maíz cercado... ¿por dónde cruzar ahora el arroyo? Ni modo, a abrir brecha... después de varios rasguños entre los matorrales pude llegar al otro lado. Llego a El Agostadero y lo que sí no ha cambiado nada es la subida que hay de empedrado... vaya que requiere esfuerzo. En la parte más alta me detengo a comer una manzana pero pronto me vuelvo a montar en mi corcel ya que los moscos también pretenden almorzar. Bajada hasta el crucero con el camino a Chiquilistlán y me preparo para el regreso a Tapalpa: 700mts verticales de subida me esperan... ¿para qué es el payasito? Aún cuando la distancia no es mucha mis piernas resienten la subida. Ando cansadón. Poco antes de llegar a la subida me detengo en una cascada para tomar agua e ingerir un gel. Me subo para continuar y... otra ponchadura. Joder... me doy cuenta que es la misma del principio: el parche no pegó bien. Instalo la cámara de repuesto y... también ponchada. "#$%&... para esto ya esta cayendo una lluvia leve, yo entre agua y sudor, empapado, las cámaras igual, por lo que parchar es relativo. Así que aplico un parche, el cual solo aguanta un poco: la llanta se sigue bajando. Para entonces he perdido la paciencia (¿dónde estás, Gran Kalimán?) y me dedico a realizar intervalos: pedalear, caminar, inflar llanta. Pedalear, caminar, inflar llanta... así hasta llegar al coche. Poco más de 5 horas en total de recorrido. Lástima que tuviera un final tan tortuoso. Shit happens.

6 de septiembre de 2006

MTB Chiquis 2006

Domingo 27 de Agosto: un fin de semana muy lluvioso. Me levanto temprano a lavar mi bicla ya que aún permanece con barro de Atemajac. Después de reunir mis cosas me pongo en marcha hacia Plaza Galerías, punto de reunión. El camión acaba de llegar y ahí me encuentro a la banda: Nacho, Toño, el Mofles, Oscar y Charlie Corona, Gerardo Renoirte, Pancho Santana, Chava, Cheque... y los que van llegando. Falta el buen Silver, así como varios que no confirmaron. No somos muchos pero no importa, el chiste es divertirse. 7:50, hora de partir, ya esperamos mucho tiempo. Justo antes de cerrar la puerta llega el Estopa. Apenitas. Las bromas y la carrilla a bordo no se hacen esperar. Mientras el autobús recorre la ciudad: Rafael Sanzio, Av. Guadalupe, Periférico, López Mateos... y la primer escala. Cheque quedó de verse con su papá quien le traería la bicicleta. Ya es tarde... lo siento, tenemos que partir (¿a quién se le ocurre ir a un paseo en bici sin bici?). Siguiente escala, gasolinera enfrente de Solectron: ahí esperan Mora y Enrique. Una escala más: tacos sudados en el puente de Tlajomulco. No pueden faltar, son ya parte del paseo. Finalmente el autobús agarra ritmo en la carretera después de todos los retrasos. Llegamos al punto de partida a eso de las 10:00.





Cambio de indumentaria, preparación del corcel, foto oficial de la ruta y ¡arrancan! No pasan ni 2 Kms. cuando ya el lodo ha hecho acto de presencia; es el año que más agua ha habido, sin duda. El primer ascenso como siempre, exigente. El primer desviador dá problemas al iniciar el tramo de barro más pegajoso. Aquí no cuentan los cuadros de carbono ni las llantas ultraligeras: el lodo se encarga de hacer las bicis más pesadas que la "fibra de cancel". Y de aquí pa'l real: en los arroyos hay quienes enjuagan su nave pero el gusto dura muy poco, no tardan en volver a cubrirse de tierra. Algunas ponchaduras, cadenas con problemas, desviadores... nada fuera de lo común. Afortunadamente viene el Estopa, mecánico no-oficial del evento. Y en su caso ahí está Mora, quien trae incluso servicio de lavado y cepillado.El paisaje precioso, todo verde. El ganado pastando a sus anchas. ¿Qué le pide esto a Suiza? Nada. Solo hace falta venir aquí para disfrutarlo. Eso sí, sin estar en una clínica de la Cruz Roja la donación de sangre ha comenzado: los moscos no perdonan a los turistas.







A la mitad del camino, pausa para un refresco. Los niños del poblado nos ven con curiosidad. Continuamos el recorrido, la lluvia amenaza. Vengo junto con el Mofles y los Corona en la parte trasera y se suelta el diluvio: en menos de 5 min estamos empapados. Escucho por el radio a Enrique, "cuidado en la subida, el empedrado está muy resbaloso". La subida en realidad no me preocupa, es cuestión de escoger bien la línea, recargar el peso en la llanta delantera y mantener una buena cadencia. Pero al llegar a la bajada... ¡agárrense! Es como rodar sobre mantequilla. La bicicleta pareciera poseer voluntad propia. Hay que tener mucho cuidado, ya que las caídas no son precisamente sobre blandito. Vengo descendiendo junto con el Mofles quien de repente pierde el equilibrio y casi me lleva con la inercia. Nada de cuidado. Más adelante la lluvia cede y me detengo junto con Nacho y el Estopa para ingerir algo que dé las energías necesarias para terminar. Ellos se adelantan y yo espero a los últimos, parece que alguien tiene problemas con el desviador trasero.





Los alcanzo y efectivamente, Mora está echando mecánica. La lluvia viene de regreso. Después de un rato reiniciamos el recorrido. De pronto Oscar me pasa y luego Mora, a buena velocidad. ¿Cuál es la prisa? Mmmmm... atrás viene la respuesta: se volvió a fastidiar el desviador. El paquete nos queda entonces a Charlie y a su servilleta, ya que Javier (¿ó era Pancho?) no trae herramienta. Otra media hora para ajustar la cadena y dejar la transmisión en una sola velocidad; el desviador está fuera de consideración. Mientras tanto, más donación de sangre. El repelente pareciera servir únicamente de aderezo. Una vez terminada la faena nos ponemos en marcha faltando ya poco; aún así han transcurrido ya casi 6 horas desde que salimos. Una última subida, más agua, más lodo y llegamos a Chiquilistlán. Sale el sol como para dar la bienvenida. Al llegar a la plaza principal, a enjuagar la bicla, lavarse uno mismo, cambio de atuendo en el autobús y la recompensa: ¡a comer! Bistec a la mexicana, arroz, frijoles, tortillas hechas a mano, queso... y lo peor: cerveza bien fría. Yo de plano repetí plato.







Ya de regreso en el autobús hacia Guadalajara, puro relax al calor de unas tecates y música de Roberto Carlos cortesía del chofer: "yo soy de esos amantes a la antigua, que suelen todavía mandar flores". Llegamos a eso de las 20:30hrs a Plaza Galerías. Un buen paseo sin mayores incidentes... ey, un momento. Al montar la llanta delantera en mi bici me doy cuenta que está desinflada. ¿Ponchada? La inflo como para llegar a mi casa y me dedico más bien a dormir. Al otro día reviso la cámara y veo que no tiene ponchadura alguna. Méndigos... alguien me hizo la broma. Ya habrá oportunidad para desquitarse.

Numerología: 40Km, 6:01hrs, 1,185mts ascendidos, 3,900Kcal... y como 5Kg de lodo.


5 de septiembre de 2006

Behavior

El domingo pasado (03 Sep) fuí a la Arena VFG a un concierto de The Strokes (me pareció una buena propuesta musical, recomendable). Ahí me encontré este letrero:


Shit! Entonces ¿por qué organizan conciertos de rock? Deberían quedarse con Yuri, Shakira, Chente y cosas por el estilo "para evitar lesiones"... como dice Disidente, "es basura pop, es basura pop, es basura pop, basuraaaaa poooop...". Se extraña el buen Roxy.