6 de septiembre de 2006

MTB Chiquis 2006

Domingo 27 de Agosto: un fin de semana muy lluvioso. Me levanto temprano a lavar mi bicla ya que aún permanece con barro de Atemajac. Después de reunir mis cosas me pongo en marcha hacia Plaza Galerías, punto de reunión. El camión acaba de llegar y ahí me encuentro a la banda: Nacho, Toño, el Mofles, Oscar y Charlie Corona, Gerardo Renoirte, Pancho Santana, Chava, Cheque... y los que van llegando. Falta el buen Silver, así como varios que no confirmaron. No somos muchos pero no importa, el chiste es divertirse. 7:50, hora de partir, ya esperamos mucho tiempo. Justo antes de cerrar la puerta llega el Estopa. Apenitas. Las bromas y la carrilla a bordo no se hacen esperar. Mientras el autobús recorre la ciudad: Rafael Sanzio, Av. Guadalupe, Periférico, López Mateos... y la primer escala. Cheque quedó de verse con su papá quien le traería la bicicleta. Ya es tarde... lo siento, tenemos que partir (¿a quién se le ocurre ir a un paseo en bici sin bici?). Siguiente escala, gasolinera enfrente de Solectron: ahí esperan Mora y Enrique. Una escala más: tacos sudados en el puente de Tlajomulco. No pueden faltar, son ya parte del paseo. Finalmente el autobús agarra ritmo en la carretera después de todos los retrasos. Llegamos al punto de partida a eso de las 10:00.





Cambio de indumentaria, preparación del corcel, foto oficial de la ruta y ¡arrancan! No pasan ni 2 Kms. cuando ya el lodo ha hecho acto de presencia; es el año que más agua ha habido, sin duda. El primer ascenso como siempre, exigente. El primer desviador dá problemas al iniciar el tramo de barro más pegajoso. Aquí no cuentan los cuadros de carbono ni las llantas ultraligeras: el lodo se encarga de hacer las bicis más pesadas que la "fibra de cancel". Y de aquí pa'l real: en los arroyos hay quienes enjuagan su nave pero el gusto dura muy poco, no tardan en volver a cubrirse de tierra. Algunas ponchaduras, cadenas con problemas, desviadores... nada fuera de lo común. Afortunadamente viene el Estopa, mecánico no-oficial del evento. Y en su caso ahí está Mora, quien trae incluso servicio de lavado y cepillado.El paisaje precioso, todo verde. El ganado pastando a sus anchas. ¿Qué le pide esto a Suiza? Nada. Solo hace falta venir aquí para disfrutarlo. Eso sí, sin estar en una clínica de la Cruz Roja la donación de sangre ha comenzado: los moscos no perdonan a los turistas.







A la mitad del camino, pausa para un refresco. Los niños del poblado nos ven con curiosidad. Continuamos el recorrido, la lluvia amenaza. Vengo junto con el Mofles y los Corona en la parte trasera y se suelta el diluvio: en menos de 5 min estamos empapados. Escucho por el radio a Enrique, "cuidado en la subida, el empedrado está muy resbaloso". La subida en realidad no me preocupa, es cuestión de escoger bien la línea, recargar el peso en la llanta delantera y mantener una buena cadencia. Pero al llegar a la bajada... ¡agárrense! Es como rodar sobre mantequilla. La bicicleta pareciera poseer voluntad propia. Hay que tener mucho cuidado, ya que las caídas no son precisamente sobre blandito. Vengo descendiendo junto con el Mofles quien de repente pierde el equilibrio y casi me lleva con la inercia. Nada de cuidado. Más adelante la lluvia cede y me detengo junto con Nacho y el Estopa para ingerir algo que dé las energías necesarias para terminar. Ellos se adelantan y yo espero a los últimos, parece que alguien tiene problemas con el desviador trasero.





Los alcanzo y efectivamente, Mora está echando mecánica. La lluvia viene de regreso. Después de un rato reiniciamos el recorrido. De pronto Oscar me pasa y luego Mora, a buena velocidad. ¿Cuál es la prisa? Mmmmm... atrás viene la respuesta: se volvió a fastidiar el desviador. El paquete nos queda entonces a Charlie y a su servilleta, ya que Javier (¿ó era Pancho?) no trae herramienta. Otra media hora para ajustar la cadena y dejar la transmisión en una sola velocidad; el desviador está fuera de consideración. Mientras tanto, más donación de sangre. El repelente pareciera servir únicamente de aderezo. Una vez terminada la faena nos ponemos en marcha faltando ya poco; aún así han transcurrido ya casi 6 horas desde que salimos. Una última subida, más agua, más lodo y llegamos a Chiquilistlán. Sale el sol como para dar la bienvenida. Al llegar a la plaza principal, a enjuagar la bicla, lavarse uno mismo, cambio de atuendo en el autobús y la recompensa: ¡a comer! Bistec a la mexicana, arroz, frijoles, tortillas hechas a mano, queso... y lo peor: cerveza bien fría. Yo de plano repetí plato.







Ya de regreso en el autobús hacia Guadalajara, puro relax al calor de unas tecates y música de Roberto Carlos cortesía del chofer: "yo soy de esos amantes a la antigua, que suelen todavía mandar flores". Llegamos a eso de las 20:30hrs a Plaza Galerías. Un buen paseo sin mayores incidentes... ey, un momento. Al montar la llanta delantera en mi bici me doy cuenta que está desinflada. ¿Ponchada? La inflo como para llegar a mi casa y me dedico más bien a dormir. Al otro día reviso la cámara y veo que no tiene ponchadura alguna. Méndigos... alguien me hizo la broma. Ya habrá oportunidad para desquitarse.

Numerología: 40Km, 6:01hrs, 1,185mts ascendidos, 3,900Kcal... y como 5Kg de lodo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario