23 de febrero de 2009

Sobre ruedas chiquitas

No es que me hubiese montado en un triciclo Apache (y miren que de niño tenía un "tractor" de la marca) sino que mas bien desempolvé mis patines que hace un buen no me ponía. De hecho, creo que si los he usado unas 6 ó 7 veces han sido muchas... el caso es que ayer domingo, aprovechando que es día de la Vía Recreactiva y habiendo cumplido mi cuota de kilómetros en la bicicleta (ya el sábado había sido humillado en la ruta por el sujetillo Samir y Carlos, méndigos, me dejaron ir adelante en el trepadón de regreso de Tala, pero al final ni el polvo les ví; ya habrá oportunidad de la revancha, nomas pérense a que recupere la condición...) decidí probar a rodar en patines. Antes permítaseme aclarar que yo soy de la (no tan) vieja escuela de los patines de 4 ruedas ubicadas como en los autos, dos adelante y dos atrás, los típicos de bota. No es por nada pero llegué a ser muy bueno... qué tiempos aquellos, casi todas las tardes me salía a patinar con los cuates de la cuadra, se juntaba una buena banda. Recuerdo que en una ocasión logramos reunir el dinero suficiente para comprar un "kit" de hockey, que básicamente consistía en un par de bastones y un puck de plástico en colores fosforescentes. Con esto y cuatro piedras nos poníamos a jugar "hockey banquetero"... muy divertido.

Lamentablemente el día que se organizó una competencia de patinaje de velocidad en la cual era favorito de mi categoría, enfermé de rubeola y solo pude ver las carreras desde la ventana de la sala de mi casa... en fin, que la fiebre por los patines se me fué diluyendo cuando me fuí a vivir a Etzatlán, debido al empedrado de las calles. Hasta que hace unos 6-7 años estuve en Miami de viaje y ví a mucha gente patinando con los patines de 4 ruedas en línea, y mi instinto consumista me impulsó a comprar un par. Sobra decir que la primera vez que los usé me caí un par de veces... nada grave pero sí bastante vergonzoso. Bah ¿quien me conoce por aquellos lares?

El caso es que ayer con todo y titubeos iniciales me lancé a las calles a patinar, eso sí, con casco y guantes por aquello de "no te entumas". Afortunadamente sin mayores contratiempos, excepto que era claro que parecía novato. No hay mucha gente patinando en la vía, al menos no en el tramo que recorrí: de Tepeyac y Niño Obrero hasta la glorieta de los Niños Héroes (ida y vuelta). No hubo zonas complicadas, el único lugar donde sí me dió "meyo" fué en el paso a desnivel de las vías y Niños Héroes... creo que dejé la mitad del hule de las ruedas del patín izquierdo por ir frenando.

En total fué una hora de patinaje, el cual pensé que no sería mucho ejercicio pero dado mi nivel y la calidad del pavimento en las calles de nuestra H. Ciudad resultó ser una buena rutina; quemé las mismas calorías que en una hora de spinning. Luego entonces, creo que el próximo domingo habré de ¡buurrppp! repetir la experiencia.

Así fué...

11 de febrero de 2009

De regreso al MTB

Después de una ausencia de 5 semanas, por fin me trepé nuevamente a mi corcel negro el domingo pasado y enfilé rumbo a La Primavera, con el fin de hacer la ultra-clásica ruta de La Mosca. A un ritmo mas bien tranquilo dada la falta de condición y los kilitos de más provocados por las fiestas decembrinas y las vacaciones (luego les cuento, estuvieron muy muy interesantes), llegué sin mayores problemas al Km. 8.5. Muchos ciclistas pero nadie conocido... "mmm, no creo tardar mucho en encontrarme a alguien". Y tal cual, justo antes de dar la vuelta hacia La Mosca, me saluda un ciclista; se me hace raro, no lo conozco... "Pablo, ¿dónde vas k?" me insiste. Tons me regreso y veo que es el buen Sleepy. "Caray, qué milagro, disculpa que no te reconocí". Ya tenía mucho tiempo sin verlo. Y enseguida viene Arturo Mora, Leo y demás compañía. "¿Y los Corona?" pregunto. Nada, que el Charlie ya emigró a León, Gto. y Oscar agarró la peda el día anterior.

En fin, me uní al grupo y ahí vamos. Me cuesta trabajo mantener el ritmo pero ahí voy, sufriendo con las subidas. Justo antes de empezar la bajada los dejo pasar para tomarme un respiro... y ahí voy nuevamente, pensando si tomo el camino sencillo o me voy por la derecha que requiere manejo. Bah, por la derecha, total, dicen que lo que bien se aprende jamás se olvida. Y curiosamente, me salió bien y a la primera. ¡Que bien! Y así bajé hasta terminar la mosca, sin quitar los pies de los pedales. Entonces me despido y me responden "vamos a seguirle a la glorieta, si vienes bien, no seas cu...". Está bien, está bien, no me gusta hacerme del rogar. Pero seguro en la semana me voy a acordar de ustedes, cuando me sienta todo jodido.

Fuimos a La Glorieta, descansamos unos 15min y de regreso. En una de esas, un mal cálculo y ¡zas! me saco un bistec de la pantorrilla derecha. Ya se me hacía que no me podía ir en blanco... aunque creo que lo que más me pesó fué la subida de retorno por La Cebada. De plano tuve que echar mano del payasito. Total que completé el recorrido hasta la caseta. Y para completar la mañana nos fuimos a degustar unos buenos tacos de barbacoa y un consomé para reponer las calorías consumidas. Así fué...

Por la Av. Mariano Otero
Subiendo y sudando hacia el Ocho y Medio





Gajes del oficio...