Sobre todo después de recorrer 90Km en bici de montaña. Pero el cansancio, el sudor y la acumulación de ácido láctico en las piernas tuvieron su recompensa: en menos de 10 horas completamos el recorrido a través de la sierra y llegamos a la playa.
No hubo mucho quórum para esta aventura: solo Enrique Figueroa y su servilleta. Insisto: ¿qué sucede con la banda? ¿No hay suficiente motivación? Anyway, el viernes 24 de Marzo a las 20hrs abordamos un autobús con rumbo a Mascota, a donde llegamos a eso de las 23hrs. Dejamos biclas y mochilas en el hotel y fuimos a cenar. Yo tenía ganas de una milanesa pero como era vigilia tuve que conformarme con un pescado empanizado. Por supuesto, un par de Tecates para dormir a gusto y de regreso al hotel. Corto el sueño, por cierto, menos de 4hrs. En el autobús prácticamente imposible dormir, entre las curvas y lo "ergonómico" de los asientos...
Abrí los ojos poco antes de las 5am. Un regaderazo para acabar de despertar, arreglamos las cosas y ¡vámonos! No habíamos ni recorrido 5 cuadras cuando tuve que hacer un alto para ajustar la canastilla que vá en el poste del asiento. Y esto sería algo que me perseguiría toda la jornada, tenía problemas de sujeción de la canastilla y de la mochila a la canastilla. Después de varios kilómetros en la carretera no he visto el letrero de la desviación a "San José El Mosco". Entramos en una ranchería y no reconozco el camino; decidimos continuar por la carretera y otros 4Km adelante llegamos a una casa y preguntamos. "-Señora, buenos días ¿para ir a San José El Mosco? -Ah, regrésense y ahí en La Plata dan a la derecha y por ahí se siguen. -Oiga pero... ¿La Plata? ¿El Rancho que está enseguida? -Sí, ahí en La Plata dan vuelta y se siguen derecho." La Plata, bien, gracias. Anyway, ahí vamos de regreso y preguntamos de nuevo la ruta para SJEM. Ahora sí tomamos la terracería correcta y después de cruzar un río y El Embocadero llegamos al crucero que ya conocía. En total no más de 25min perdidos.
En SJEM ya había amanecido, aprovechamos para las primeras fotos. Cruzamos un vado y venía la primer subida interesante: hay que empezar a exprimir las piernas. A las 2:15hrs de camino hicimos un pequeño alto para desayunar. A lo lejos la luz rojiza del amanecer sobre los cerros me hacen pensar que estos paisajes son los que hacen que el recorrido valga la pena. Desde este punto viene un ascenso muy fuerte, y dado que no había entrenado las pasadas 2 semanas por la cuestión de la infección en la garganta que padecí, comencé a sentir el calorcito típico en los muslos a cada pedalazo. Las siguientes 2hrs fueron para mí de un constante esfuerzo mental y físico: bajé el ritmo y tenía que concentrarme mucho para no desesperarme y mantener un pedaleo que no resultara tan pesado para mis piernas. En pocas palabras, me llegó el "bajón". Enrique pacientemente me esperaba, seguro estoy que tuvo que reducir un poco su ritmo. Ya en lo más alto del recorrido, aprovechando para unas fotos ingerí un gel de carbohidratos y entre eso y algunos descensos comencé a recuperarme.
Entonces me doy cuenta que ya no falta mucho para llegar a Zapotán, rancho que queda a la mitad del recorrido, y venimos con muy buen tiempo. Llegamos a Coapipinki y aquí hay un par de buenas subidas las cuales pude superar a buen ritmo; a continuación un largo descenso hasta los 860 msnm. Eran apenas las 10:30am. En las anteriores ocasiones este era el lugar donde había aprovechado para comer y descansar un rato, pero aún era temprano, no teníamos mucha hambre y lo más importante: venía el ascenso más exigente del recorrido. Decidimos entonces nada más comer unas naranjas y continuar hasta Barandillas. Y entonces sí que se sintió el rigor: a 40 grados de temperatura, sin sombra y en plena subida... no hubo de otra más que bajarnos de las bicis y a caminar.
Después de 1:15hrs llegamos a Barandillas (1,100 msnm); vaya que nos costó "one and half the other" y a estas alturas ya hacía hambre. Una señora nos vendió refrescos y nos prestó una mesa para comer. Atún y pulpo con galletas, todo un manjar. Y ¡qué casualidad! también había Modelo de lata bien fría. Aaahhh, una delicia. Y justo enmedio de la sierra, después de comer y una cerveza heladita, con el viento fresco soplando, me llegó una gran tranquilidad, esa que solo se tiene apartado del mundanal ruido y del stress de nuestra cotidianidad citadina, cortesía de los motores de los autos, el vecino ruidoso, los audífonos de la iPod, las prisas por llegar a tiempo al trabajo, hacer fila para el banco, el cine, el antro, etc., etc., etc. La vida es simple... ¿por qué hacerla complicada?
Una vez concluídos los minutos de reflexión filosofal, pagamos la cuenta, reabastecemos agua y nos ponemos en movimiento. Y una vez más a subir, ahora hasta casi los 1,400 msnm. Subimos a un buen ritmo pero con un pequeño inconveniente: el agua que nos dieron en Barandillas tenía un "bouquet" especial, como si fuera "agua bronca". Yo traía sed pero de solo pensar en el sabor me abstenía y prefería continuar. Lo bueno que siguió una bajada bien tendida, y dado que en esta ocasión el camino de terracería ya está muy arreglado es posible adquirir buena velocidad. Por una parte esto me desilusionó un poco ya que era un tramo de la ruta que me gustaba porque la terracería presentaba canalizaciones provocadas por el agua las cuales agregaban manejo técnico y diversión. Pero ahora todo muy parejo... lástima. Aunque por otro lado esto hace la ruta más rápida y también resulta obvio el beneficio para la gente de los ranchos intermedios al contar con una vía de comunicación para transporte.
Llegamos al río Cuale, fotos y un pequeño break. Un ascenso leve y parada de tiendita; ambos veníamos bastante acalorados, el sol del mediodía haciendo estragos. Yo opté por un agua mineral bien fría y agua simple para rellenar mi ánfora; Enrique pidió Gatorade. Una pequeña bajada, vuelta a la derecha y una gran motivación: nos topamos con un letrero que decía "Pto. Vallarta - 18Km". Fué como una inyección de adrenalina y aceleré el ritmo. Esta es una parte pesada ya que uno pudiera pensar que viene puro descenso pero no, hay que pedalear un buen rato a 900 msnm. Luego viene una bajada fuerte, hasta 450 msnm. Y luego otro rato de ascenso... ya no me alcanzó la galleta y tuve que caminar un poco.
Finalmente, el último tramo de bajada, un puente que cruza el río y llegamos a la civilización. Dimos por terminada la travesía justo al llegar al libramiento de Puerto Vallarta... una gran satisfacción por el esfuerzo realizado. Lo demás fué simplemente disfrutar de la playa, el mar, los camarones a la diabla y las cervezas Pacífico bien frías. Estuvimos de regreso en Guadalajara el domingo por la noche después de un viaje sin contratiempos en autobús. Así fué como terminó esta aventura en bicicleta.
Numerología: 91.9 Kms, 9hr36min, 1,775 metros ascendidos, 40 grados Temp. Max., 48 Km/Hr Vel. Max., 6,300 KCal quemadas, 2 cervezas Modelo, 1.5Lts de Gatorade, varios litros de agua, cero accidentes mecánicos y cero accidentes humanos. PERO... al bajar mi bicicleta del taxi que nos llevó a la terminal de autobuses en Vallarta, el taxista comenta "¿es de ustedes esta pieza?", algo como un tornillo sin rosca. "No". Casualmente unas personas entretienen al taxista mientras acomodamos nuestras cosas, y al voltear yo mi bicicleta para ponerle las ruedas se cae un tornillo que proviene del triángulo que une la suspensión trasera... "¡ey, espere, la pieza es mía!". El taxista me entrega la pieza y la coloco de nuevo. ¡Caray! Y pensar que pudo haber arruinado el recorrido por completo...
Special Tactics Mexico
Hace 5 años.