6 de junio de 2010

Haciendo callo



Destino: Ahuacatlán, Nay. Ya se había pospuesto mucho esta rodadita así que, aunque solo íbamos el sujetillo Samir y su servilleta decidimos hacerla. Como conductor el buen JD (Gustavo Adrián, para los que no lo conocen) que llegó medio desvelado por estar jugando Rock Band pero tampoco se echó para atrás. Bicis, hielera con alimentos y líquidos, indumentaria, refacciones y ¡vámonos! Por la autopista llegamos en 1 hora a Magdalena, Jal., el punto de partida. No era precisamente temprano pero como dijo el buen Samir "el calor de todos modos nos va a caer encima". Saco las ruedas delanteras de atrás del asiento y le paso la suya al sujetillo "Samir, ahí va tu llanta piterilla". Ja, ja, ja... pero no lo hubiera dicho. Esa inocente broma se voltearía más tarde en mi contra y de qué manera. Después de las fotos iniciales, 8:36 en el reloj y comenzamos con los primeros pedalazos, afortunadamente con una mañana fresca. Llegamos a Etzatlán en 45 minutos haciendo una parada en pits. Fué necesario también explicarle al JD cómo funciona la reversa del Pointer y de la gran ayuda que el embrague puede aportar a la causa. Por cierto, hasta ese momento JD nos había dado la calificación de principiantes. "Al ritmo que vienen, apenas para dar vueltas en el Metropolitano". Caray, que crítico tan exigente.

Continuamos hacia San Marcos, por un asfalto bastante maltratado; extrañamos la bici de montaña. Pero lo que más echamos de menos fué una armadura y una bazuka, ya que en una de ésas un orangután (perdón a los orangutanes) al volante de un autobús de pasajeros tuvo a bien aventarnos el vehículo acompañado de unos bocinazos. Seguro que su madre se retorció de todo lo que le gritamos. Qué castrante resulta esta actitud en ciertos conductores.

Una vez pasado el susto y haberme cambiado la licra llegamos al primer ascenso del día; no parece gran cosa pero vaya que exige a las piernas. La llanta piterilla comenzó su venganza y solo la veía por delante alejándose poco a poco... méndigo Samir, no perdona la humillación. Pero ya llegaría la bajada y tuve oportunidad de reponerme. Para entonces la calificación del buen JD ya iba en novatos aferrados o algo así. Vaya, al menos la subida nos permitió sumar puntos. La carretera algo maltratadona pero nada que no se pueda rodar, solo hay que mantenerse atento y saber dónde poner las ruedas (por muy piterillas que sean éstas). Llegamos a Pie de la Cuesta con los brazos algo sacudidos por las vibraciones y enseguida sentimos el cambio de clima: calor húmedo. Último descenso breve a Amatlán de Cañas y hacemos un alto para almorzar. Una mujer nos dice que si no queremos guamuchiles, muy amable. Yo voy a la tienda a conseguir unas cucharitas para comer el atún que viene en la hielera y cuando regreso, tanto JD como Samir han entablado un diálogo estrecho con la lugareña. Guau, vienen con todo. La plática a estas alturas ya discurría sobre que la mujer habia perdido una niña en el Hospital Civil de Guadalajara pero que, al parecer, ya había encontrado cómo recuperarla... ¿quién los viera a estos muchachos, tan matadores por estas tierras? Yo creo que vió a Samir en licras y dijo "de aquí soy"... ¡ja, ja, ja! Lo cierto es que cuando sacamos el atún para almorzar, la señora ésta a quien no le paraba la platicadera nos avienta un pedradón: "por acá viene seguido una persona de Guadalajara y siempre me ofrece de comer". ¡Tómala! ¿Nos habrá querido decir algo?

Después de este episodio curioso en Amatlán, continuamos con nuestro pedalear. A la salida del pueblo hay un arco que dice "Buen Viaje" pero el augurio no dura más de 2 metros: luego luego empieza una subida... ¡auch! Como el pueblo está en una hondonada pues a trepar, no hay de otra, ahora sí ya con el calor a cuestas. Pasamos por Estancia de los López sin mayores contratiempos y ahí vamos, pasando varios columpios que parece que no pero como se sienten en las piernas. Llegamos a El Rosario (famoso por su balneario El Manto, muy recomendable en esta época de calor) y para evitar la terracería, preguntamos cómo agarrar camino a Ahuacatlán, y nos desvían en una calle. Le hago señas a JD para que se detenga y nos siga. Ahí vamos al pasito por las calles empedradas, entonces le pregunto a Samir "¿y el JD? Ya se tardó, hay que esperarlo". Nos detenemos. 5 minutos. Nada. "¿Le habrá pasado algo?". "Vamos a regresar". Y ahí vamos pa'trás. Damos la vuelta en la calle donde lo vimos por última vez y nos encontramos con un cuadro un tanto cuanto extraño: unos lugareños tratando de empujar el Pointer de reversa y el JD muy cómodo al volante, diciéndoles "ora pues ¡empujen! ¿Qué no desayunaron?". Resulta que la lección de cómo usar la reversa sirvió para maldita la cosa y Gustavo Adrián no había podido mover el auto de donde lo dejamos. Total, tuve que bajarme de la bici y subirme al carro para reorientarlo en la dirección correcta.

Quedó atrás el surrealismo de los pueblos nayaritas y llegamos a Barranca del Oro, última población antes de la trepada. Reabastecemos líquidos y nos preparamos para la última y más pesada parte del recorrido. Para llegar a la subida hay una recta que poco a poco aumenta la inclinación, pero en la primer curva se acaba la amabilidad y la pendiente cambia de manera abrupta: las piernas lo sienten. Desde entonces no volvi a verle el polvo a la llanta piterilla sino hasta Ahuacatlán. El buen sujetillo subía muy ligero, en cambio yo parecía que había echado el ancla. Al principio iba muy agitado y tuve que ajustar mi ritmo. Y empezó el clásico debate que yo llamo de el ángel y el demonio:

- "Está muy pesado, ya no puedes, baja de la bicicleta, total, ahí viene el carro atrás con aire acondicionado".

- "Tranquilo, sí puedes, no te aceleres, agarra tu ritmo".

- "Siente tus piernas, se van a acalambrar, aún falta muuucho por subir ¿para qué seguir sufriendo? Baja de la bici y descansa".

- "¿Vas a fracasar por segunda vez? No mires hacia arriba, concéntrate en éste tramo del camino y sigue moviendo tus piernas, tranquilo, con ritmo".

Vaya debate. En una de esas volteo a ver el Polar para checar la temperatura: 39 grados. Mi demonio era imaginario pero el infierno no lo era tanto. Sudor copioso. Lo bueno que iba prevenido con agua bien fresca en mis botellas. Una curva, otra más. ¿Será ésta la última? No. Sigue la subida. Otra rampa. Y entonces llega la sensación en las piernas del calambre. ¿Será? Sí, si lo es. Mojo mis piernas para tratar de evitarlo. Lo único que logro es retrasarlo, lo cual me permite avanzar, pero finalmente llega. ¡Joder, qué molestia! Justo en el Km. 90 me detengo para que pase el dolor y estirar las piernas. Aprovecho para rellenar mis ánforas. Sigo rodando otros 5 Kms y la punzada en la parte anterior de mi pierna izquierda me hace detener. Paciencia. Pasa la molestia y vuelvo a pedalear. Para no bajarme de la bicicleta, cuando llega el calambre suelto mi pierna del pedal y solo utilizo la pierna derecha. Es como hacer repeticiones en el rodillo. Y después de mucho necear y batallar con los calambres, finalmente llego a la parte más alta donde el clima es un poco menos caluroso. ¡Qué alivio! Gracias JD por la paciencia de venir manejando detrás de mí a menos de 10 Km/Hr.

Viene la bajada y puedo descansar mis piernas. Varias veces se siente una bolsa de calor en el descenso... vaya clima. Ahora lo que duele es el cuello pero ni modo de bajar la mirada, es en estas curvas cuando más atención se requiere. Por último, la recta que conduce a Ahuacatlán... ¡por fin! Veo al sujetillo sentado junto a un árbol, muy relajado platicando con un Don. Nos seguimos hasta una tiendita para concluir la rodada y refrescarnos. Entonces el sujetillo nos platica que el Don con el que estaba era de esos "gáname una". Que él rodaba nueve horas seguidas, que desde Talpa, que con las bicis que traíamos tan ligeras así hasta él, que... como bien dice el Dr. Emmett, la lengua no tiene hueso.

Relajados después del esfuerzo, platicamos sobre regresar a esta ruta tal vez para Noviembre, cuando haga menos calor. Entonces llegó el comentario punzante del JD: "me parece bien, ya que hagan callo, regresamos". El buen sujetillo Samir se quedó sin palabras durante 5 minutos. Gustavo Adrián a risa y risa.

Una muy buena rodada a pesar de que me tocó sufrirle un rato, pero ahora sí la terminé. De regreso pasamos a Teuchitlán a degustar unos bien merecidos camarones acompañados de una cerveza bien fría... aahhhh, cómo se disfrutan estas comidas. Muchas gracias a JD por su apoyo, espero ya estemos mejor entrenados para la próxima ¡ja, ja, ja!

Así fué...

El inicio en Magdalena






Un breve descanso en Etzatlán












Ahí va el sujetillo y su rueda piterilla...




La frontera












Estancia de los López




Llegando a El Rosario






"Bienvenidos al Templo del Dolor"


¡La meta!